Hace
aproximadamente un año y medio, un hombre encontró en la playa del
norte de Francia un envase de plástico de un yogourt que hacía
publicidad de los juegos olímpicos de Montreal, Canadá, de 1976,
mas concretamente hacía referencia a que la marca era patrocinadora
de los juegos olímpicos de ese año. El buen estado del envase,
parece indicar que había estado resguardado del ambiente, pues
sorprende que la impresión estuviera casi intacta y no se hubiese borrado. Algunas hipótesis
indican que pudiera haber estado enterrado en alguna escombrera o
vertedero, protegido del agua y del sol. Aunque lo más probable es
que posiblemente hubiese estado guardado en alguna casa, tal vez el
envase fuese utilizado para otros fines, una vez consumido su
contenido. En cualquier caso, después de mas de cuarenta años las
circunstancias hicieron que apareciera en aquella playa y fuera
recogido por Matthieu Leroux. Curiosamente este hombre tiene la sana
costumbre de pasear por la playa y recoger todos los objetos de
plástico que encuentra a su paso, como una forma de poner su grano
de arena en la limpieza del planeta.
Esta
curiosa anécdota viene a poner en evidencia una de las grandes
preocupaciones de la sociedad plastificada actual. ¿Qué hacer con
una materia tan duradera y nada biodegradable?
El
plástico trae de cabeza ya
no solo a
ecologistas, sino
a autoridades
y ciudadanos preocupados, por
no saber como deshacernos de el.
Es verdad que no se trata solo de su durabilidad, sino de que en
contacto con la luz, el solo, el agua, puede ir desprendiendo
sustancias tóxicas con las que se fabrica. Además, también es
verdad que ciertos productos como pajitas, vasos, bolsas y pequeños
envases al ser ingeridos por la fauna marina están siendo digeridos,
triturados en micro-restos que pueden entrar en la cadena trófica y
llegar al hombre. Por
otro lado, la cantidad de plásticos vertidos al mar y enterrados en
los miles de vertederos a lo largo del mundo pueden provocar el
avance del Antropoceno, como la marca geológica dejada por la
actividad humana.
Pero
lo que no nos damos cuenta es que precisamente esa “mala cualidad”
del
plástico de
no desaparecer fácilmente,
o no ser asimilada por la naturaleza como
sucede con el papel, la madera, el metal, o
el cristal, es
una de las virtudes que no se están aprovechando de este producto. Este
polímero artificial tiene
precisamente
entre sus
bondades la
plasticidad y
la resistividad y que, en realidad, lo deberían
convertir
en
la materia prima más fácilmente reciclable del planeta. Los problemas
realmente
están
relacionados, no con su naturaleza, si no por el mal uso, o una mala costumbre de convertirlo en un producto de usar
y tirar.
Por ejemplo, tenemos en la mente la expresión: platos y vasos "desechables", cuando hablamos de esos elementos que usamos en fiestas y reuniones
campestres, que por su poco valor, los tiramos junto con los restos
de comida. Lo hacemos sin pensar en el daño ambiental que esa práctica provoca. No tenemos en cuenta el lento proceso de degradado de esos platos, vasos o la pajitas con la que tomamos nuestro zumo horchata o bebida gaseosa. Es posible que incluso tiremos el envase en un contenedor de plástico, pero no hacemos lo mismo con las pajitas con las que bebemos ese zumito. Esa idea de lo desechable es lo que ha llevado a que hayamos llenado
los ríos
y los mares
con estos restos, como
lo demuestra el envoltorio del yogourt antes mencionado.
Todo
realmente está intrínsicamente unido a la idea que tenemos sobre lo que es recuperable y lo que no. En el caso del plástico nada es desechable y todo debe ser reciclable.
Está
claro que si algo debemos aprender en un futuro mejor es a reutilizar
todos esos desperdicios y aprovechar las ventajas de los materiales
que la tierra provee, entre ellos el plástico. Esta materia tan
abundante en la vida actual se obtiene curiosamente de derivados de
materia orgánica, como la celulosa, el carbón, el gas natural,
incluso la sal. Pero en mayor proporción, se consigue a través de
la destilación del petróleo, de donde este producto de separa en
grupos de componente más ligeros, denominados fracciones de
hidrocarburos, que son compuestos químicos formados por cadenas de
carbono e hidrógeno. Una de estas fracciones es la “Nafta”, el
compuesto básico para la producción del plástico.
En la producción se debe identificar dos tipos de plásticos principales, los termoplásticos y los termoestables. Los primeros son aquellos materiales plásticos que se ablandan con el calor y se endurecen cuando se enfrían, entre estos están los más utilizados habitualmente, los vinilos, ABS, Poliester, Polietileno, (EPS, PET), Metacrilato, Polipropileno. Mientras que los termoestables, una vez moldeados, nunca se ablandan, (utilizados en la industria, como el Poliuretano, Resinas de poliéster, y otras sustancias utilizadas en ciertos pegamentos). Estos últimos son los más tóxicos y peligrosos, por las sustancias químicas añadidas, pero los primeros son los más duraderos.
En la producción se debe identificar dos tipos de plásticos principales, los termoplásticos y los termoestables. Los primeros son aquellos materiales plásticos que se ablandan con el calor y se endurecen cuando se enfrían, entre estos están los más utilizados habitualmente, los vinilos, ABS, Poliester, Polietileno, (EPS, PET), Metacrilato, Polipropileno. Mientras que los termoestables, una vez moldeados, nunca se ablandan, (utilizados en la industria, como el Poliuretano, Resinas de poliéster, y otras sustancias utilizadas en ciertos pegamentos). Estos últimos son los más tóxicos y peligrosos, por las sustancias químicas añadidas, pero los primeros son los más duraderos.
Aunque
también se puede crear plásticos a partir del almidón, (ácido
poliláctico), extraído de ciertos vegetales como el maíz, la
patata o la yuca. Siendo este plástico, el que está sustituyendo al
polietileno en bolsas y envoltorios alimenticios, prometiendo ser más
biodegradable que el otro.
Claro
que no se trata ahora de fabricar todos los plásticos y bolsas del
mundo
de la
celulosa de
las
patatas o el
maíz,
ya
que al grado de dependencia de los plásticos en la industria,
estaríamos
creando
un
grave
problema alimenticio en el mundo, como ya ha
quedado demostrado
con la
producción de algunos
biocombustibles,
que
hizo que miles de granjeros abandonaran sus cosechas de alimentos y
las cambiasen por soja industrial u otros granos, al ser más
rentables, hoy día, estos
combustibles
quedan descartados
como sustitución
natural al petróleo.
En
cualquier caso lo que mas
debería
preocupar es
cómo
recuperar el plástico deshechado o tirado a la basura.
Esta
iniciativa, la de
recuperar el plástico que se tira como desechos en los grandes
vertederos, plantas recicladoras o mares del mundo, es la que ha
movilizado a algunas mentes pensantes para buscar alguna solución.
Tenemos
por ejemplo, el caso de dos africanos, Dipesh
Pabari y Ben Morrison, quienes se dedicaron a recoger restos de
plástico de las costas kenianas y en tan
solo dos
meses obtuvieron la friolera de treinta toneladas de restos (entres
bolsas, envases,
vasos, pajitas, chanclas
y
juguetes). Pero no lo recogieron sin más. Con ello se propusieron hacer algo práctico que sirviera
como inspiración y
ejemplo a las grandes industrias del reciclado que no saben que hacer
con tanto plástico. El
resultado es "Flipfloppi", una
embarcación construida netamente de plástico recuperado del mar. En
ello han invertido los últimos años, triturando fundiendo y
reutilizando esos restos. La
embarcación de nueve metros de eslora, zarpará hacia la isla de
Zanzibar para realizar una demostración y explicar su proyecto a
otras zonas del país, tienen la idea de construir otra embarcción de
25 metros y con ella alcanzar las costas de África desde Kenia hasta
Sudrafrica para mostrar las posibilidades que tienen los africnaos de
aprovechar la basura que llega a sus costas, procedente de lugares
tan distantes como Australia, o el pacífico sur.
El FlipFloppi nos enseña que la reutilización es posible, cuando los humanos nos concienciamos y aprendemos a trabajar positivamente se puede lograr crear sin contaminar.
El FlipFloppi nos enseña que la reutilización es posible, cuando los humanos nos concienciamos y aprendemos a trabajar positivamente se puede lograr crear sin contaminar.
No
son los únicos que lo están consiguiendo, el joven holandés Boyan
Slat aspira a lograr grandes éxitos con un revolucionario sistema,
inventado por él, y que se ha hecho un hueco en los medios de
comunicación, ahora solo necesita patrocinadores que lo lleven a
cabo a gran escala. Se trata de un dispositivo experimental que actúa
como un gran embudo que absorbe la basura de los mares y con ello se pueden
recuperar residuos plásticos en poco tiempo. Bautizado como Ocean
Cleanup Array, se ha diseñado para absorber millones de toneladas de
plástico marino para luego reciclarlo in situ.
En
Colombia, el arquitecto Oscar Andrés Mendez ha diseñado un curioso
sistema de construcción, inspirado en las piezas de lego, pero de
gran tamaño para construir casas con piezas de plástico reciclado,
cuyo sistema con encajaduras, lo hacen increíblemente sólido y
estable. Al parecer el método es relativamente sencillo, el plástico
fundido se inserta en moldes, se le añaden ciertas sustancias para
hacerlas ignífugas y con una flexibilidad y dureza para soportar
terremotos de gran magnitud. En Argentina una empresa ya se dedica a
fabricar este tipo de ladrillo para la construcción, realizados con
plástico reciclado.
También,
tenemos a nivel doméstico el invento de Plasticbank, quienes con la
intención de reducir las emisiones, investigando como reciclar de
manera práctica y rápida. Han diseñado un sistema que tritura y
funde el plástico para convertirlo en hilo para las impresoras 3D,
tan de moda en la actualidad. Así cualquier persona en su casa
podría construir piezas, vasos y otros utensilios obtenidos del plástico desechado y convertirse así en recicladores caseros.
De
nuevo, esto nos enseña que al igual que tenemos la facultad de
producir un material creado por y para nosotros, manipulando
elementos naturales y convirtiéndolos en potentes contaminantes,
también estamos diseñados con una mente capaz de hacer cosas para
revertir el daño y recuperar el equilibrio natural. Es verdad que
ahora mismo todo depende de que sea rentable en sentido económico,
mientras el dinero diga que es más ventajoso seguir produciendo que
reciclando, mal vamos. Pero en un futuro próximo que yo espero con
ansia, cuando lo económico ya no cuente, si no que la vida y la
salud del lugar donde vivimos se ponga por encima de nuestros
egoístas intereses, entonces podremos aprovechar los beneficios y
buenas cualidades de los productos que la naturaleza nos ofrece y la
durabilidad de las materias primas contribuya a una larga vida para
la humanidad.
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