¿Nos considera la tierra una infección?




Niño: Papá ¿Por qué tengo fiebre? ¿Es malo, me voy a morir?

Padre: No hijo, no. La fiebre en realidad es buena, significa que tu cuerpo está luchando contra los bichos malos que te han provocado la infección.

Niño: O sea, si me sube la temperatura  ¿se mueren esos bichos malos y me curo?

Padre: En parte si, es la defensa natural.

Niño: ¿Entonces por qué mamá dice que debo tomar la pastilla para que me baje la fiebre?

Padre: Porque la fiebre hay que controlarla, para que no dure mucho y no sea dañina también para los organismos buenos que tenemos dentro. 

Niño: ¿Qué pasa si se mueren los buenos?

Padre: Pues esos bichitos buenos que tenemos ayudan al cuerpo a funcionar, además hay cosas en el cuerpo que también se pueden estropear si sube mucho la fiebre?

Niño:¿Y qué pasa si esas cosas se estropean? 

Padre: Si se estropean los organos vitales, la persona se enferma más y muere. 

 Niño: Pues yo me quiero curar, papá.

Padre: Por eso hijo, cuando estás enfermo y tienes fiebre te llevamos al médico, te receta una buena medicina que mate los bichos malos y te baje la fiebre. Así te curas.  Y a veces te ponen inyecciones para que no te enfermes más.

Niño: ¿Por eso tengo que tomarme el jarabe que mata los bichos malos.? ¿Y si el doctor me pincha tengo que aguantarme?

Padre: Claro, al principio duele, pero solo así te puedes curar y estar bien. 

Niño:  Entonces papá, una cosa: El otro día el profe dijo que la tierra se está calentando porque la estamos estropeando nosotros. ¿No será que la tierra tiene fiebre y quiere destruirnos porque cree que somos bichos malos ? 

Hasta un niño se da cuenta que la verdadera enfermedad del planeta la está provocando una bacteria llamada "ser humano". La tierra se ha calentado un grado y nos echamos a temblar. Y ahora se reunen todas la naciones para evitar que el calentamiento llegue a los dos grados ¿Por qué? Porque las consecuencias ya las estamos sufriendo, subida del nivel del mar, peor calidad de vida en las ciudades, aumento de cánceres en vias respiratorias, de piel y otros. Aparte de aumento sustancial de catástrofes relacionadas con efectos meteorológicos que destruyen nuestras ciudades y matán a miles de personas. 

Pero hay otros efectos más sutiles que también son consecuencia del estado febril de nuestro planeta. Lamentablemente se están destruyendo ecosistemas básicos para el equilibrio natural y el sostenimiento de la vida. Y curiosamente los más vulnerables somos nosotros mismos, los que provocamos esta contamincación que ha intoxicado y enfermado a la Tierra.
Por ejemplo según oceanografos de prestigio, como el premio nobel David Karl, al romper el equilibrio natural de los mares, estamos provocando que proliferen bacterias marinas que producen toxinas dañinas. Estas toxinas al parecer son absorbidas por los crustaceos, moluscos y otra clase de vida marina, que luego llega a nosotros en forma de alimento. Un ejemplo de esto se encuentra en California, y suponemos que en muchas de nuestras costas: el aumento del ácido demoico encontrado en los cangrejos y otros moluscos que se capturan allí está en peligroso aumento, este ácido es producido por el exceso de aluminio en los mares, debido al calentamiento del mar y está perjudicando a quienes consumen tales productos del mar. 

Otro claro ejemplo de nuestra vulnerabilidad ante las consecuencias de la contaminación, fue Chernóbyl, donde, tras la catástrofe de la central nuclear, se observó un aumento significativo de cánceres y deformaciones en seres humanos, que obligó a las autoridades a cerrar ciudades y pueblos a treinta kilómetros a la redonda. Ahora sabemos que en aquel lugar libre del hombre, prolifera la vida salvaje, sin apreciarse daños considerables para ellos, pero la vida allí, sigue siendo inviable para el hombre. 

Por tanto es fácil concluir que la tierra está enferma y las recetas que las potencias humanas intentan dar, no parecen tener los efectos deseados. En 1997 se hizo la primera cumbre del clima en Kioto, Japón. Han pasado dieciocho años y el grado de arruinamiento, lejos de estancarse o mejorar, ha empeorado. Han surgido nuevos efectos visibles del aumento de esta fiebre, como las graves sequías en el Amazonas, jamás vistas hasta el año pasado. O los más de treinta y dos kilómetros cúbicos de hielo perdidos en la Antártida solo en estos últimos diez años. El 40% de la capa de ozono del Ártico que se ha destruído y el gran deshielo esta zona, que ahora permite contaminarla más, ya que la está haciendo navegable por primera vez en la historia.  Los records absolutos de temperatura media, como fueron los del 2003 o los del 2015, considerados los años de más excesivo calor desde que se lleva registro y pueden venir peores.

En la cumbre de París, todo parece indicar que no se tomarán medidas para eliminar el uso de residuos fosiles o carbónicos para la industria o el tranporte, que sería una de las medidas determinantes para detener este cambio climático de forma radical. No se va a hacer porque aún hay muchos intereses económicos que priman sobre otros. Por otro lado China y EEUU, los principales contaminantes del mundo, no están por la labor de aceptar acuerdos vinculantes o de legalidad global, tan solo buenas intenciones. Por otro lado, todo el mundo quiere tener los mismos privilegios y nivel de vida que los paises desarrollados y ni estos, ni los que aspiran a serlo quieren hacer esfuerzos que repercutan duramente en sus economías.

Todo esto nos lleva a la conclusion de que no somos el remedio, sino la enfermedad, y por tanto se neceistan medidas que estén por encima de nuestros intereses, que reduzcan nuestro progreso o lo limiten, medidas que hagan desaparecer los intereses comerciales y que logren hacer que la economía y organización no dependa del dinero. Se neceita un grán médico que tome medidas drásticas, dolorosas pero efectivas, solo así se bajará la fiebre de nuestro planeta y se hará desaparecer esa enfermadad que ha provocado la ambición humana.


 

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