Cuando mis ojos volvieron a ser iluminados por la
claridad, no fue luz del sol la que contemplaron, más bien parecía el
deslumbrante fulgor de un extraño foco, una especie de cristal traslúcido que
dejaba pasar la luz plasmática de un brillante azulado con los bordes cálidos.
Según iba recuperando la consciencia más creció mi fijación por aquella extraña
luz que parecía serpentear y moverse dentro de una superficie cuadrada,
formando un laberinto cerrado. Todas sus líneas convergían en un punto inicial,
dando la impresión de ser un fluido lumínico. Nunca había visto nada igual en
mi vida.
Mi primera reacción no fue levantarme de forma
súbita, no, más bien me quedé observando aquella extraña luminiscencia,
estudiando su forma y preguntándome qué clase de elemento químico o gaseoso
hacía alumbrar de esa manera aquel plasmático artefacto. No sabría decir cuánto
tiempo estuve así, debieron ser minutos, pero poco después ya era consciente de
que había despertado en un lugar fuera de mi entorno, empezaron entonces a
brotar mis primeros pensamientos, que aunque confusos, me condujeron a la
lógica conclusión de que estaba vivo. Y aunque algo desorientado, mí cuerpo
parecía adaptado a aquel lugar, hasta parte de mi mente tampoco extrañó
despertarse allí, por supuesto que la otra mitad de mí, inmediatamente empezó a
hacerse preguntas, muchas preguntas.
Primero, porque no recordaba la razón por la que me
encontraba entubado y postrado sobre esa extraña camilla levemente reclinada y
estando totalmente entubado. Estaba claro por las evidencias que estaba en un
hospital, de eso no cabía duda, y se trataba de una estancia muy moderna, sus
paredes que no parecían ser de obra, daban la apariencia de estar hechas de
algún extraño material sintético, una especie de plástico o fibra, no sabría
definir bien qué podía ser, solo que no eran las clásicas paredes de cartón
yeso o ladrillo revestido que yo recordaba.
Fue al observar las paredes cuando empecé a hacer
conjeturas sobre la clase de lugar al que me habían traído, lo cual a su vez me
llevó a intentar recordar los pasos o sucesos previos que resultaron en mi
hospitalización. Pero por más que estrujara mis neuronas, no lograba encontrar
entre mis recuerdos un rastro de señal de mi pasado. Era como si de repente
hubiera aparecido aquí, sin ninguna explicación, como cuando un niño sale del
vientre de su madre y ve la luz por primera vez, solo que a diferencia de ese
niño, yo soy consciente de mi persona, de mi entorno, tampoco creo que sea
amnesia. Tengo algunas nociones claras en mi mente, como entender el concepto
de luz, claridad, sé muy bien que estoy en la habitación de un centro médico,
sé que he estado en otros, de lo contrario ignoraría en qué lugar me encuentro,
además, la comprensión de darme cuenta que es de los más modernos que jamás
recordaba haber visto, significa que tengo recuerdos de otros hospitales, pero son tan sutiles y
abstractos que solo parecen referencias. Es muy posible que haya sido víctima
de un accidente del que no recuerdo absolutamente nada y que haya afectado a mi
memoria.
Y fue esa reflexión la que me llevó a especular sobre mi actual situación, vamos
a ver –me dije–, tengo esa impresión de saber donde estoy, me expreso, recuerdo
términos, palabras, conceptos, sin embargo lo más importante, como quien soy,
mi nombre, edad y si tengo familia, por mucho que lo intento, no logro
recordarlos ni visualizarlos. ¿Por qué?
Soy capaz de identificar todo lo que me rodea,
aunque sea nuevo para mí y lo haya visto por primera vez. Como la extraña
puerta de entrada a la habitación donde me encuentro, justamente a mis pies al
lado derecho, da la impresión de estar sólidamente cerrada, y por más que me
fijo no llego a comprender cómo se abre, pues parece como dividida en dos con
un corte transversal de una esquina a otra y con dos hexágonos como especie de
ventanas traslúcidas, desde mi distancia no logro ver nada al otro lado de
estas. Luego está esa máquina a la que según creo estoy conectado, no se parece
a nada que haya visto antes, pues el tubo que sale de mi boca, junto a otras
conexiones que provienen de la parte de atrás de la cama van a parar a esta
caja, que más me parece una nevera, sin apenas botones, con una pantalla en el
centro, que supongo que será táctil, y repleta de datos que cambian. Explicado así, parece como si estuviera
hablando de cualquier máquina de control cardiovascular, pero no, no escucho el
pitido típico de estas. Noto, eso sí, de vez en cuando una especie de centrifugado
o algo parecido. ¿Será que tal vez se trate de un procesado de alimento que
me introducen directamente a mi estómago
a través de este tubo que entra por mi boca? No lo sé. Lo curioso es que no me
había percatado de eso hasta que intenté darme la vuelta, es como si ese tubo
formara parte de mí desde hace un largo tiempo.
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Pasé unos minutos abstraído en mis pensamientos,
hasta que poco a poco fui notando una lucidez total. Advertí, entre otras
cosas, que no sentía dolor ni sensación de agotamiento, hambre, sed o temor a
que no pudiera ponerme en pie. Sabía que no estaba inválido, pues me propuse
mover las partes externas de mi cuerpo. Empecé con mis manos, después los pies,
logreé articular mis extremidades inferiores y superiores sin ninguna
dificultad. Sin embargo la sensación fue extraña, sobre todo al mover las
manos, notaba que el control no parecía absoluto, cuando intentaba cerrarlas
estas lo hacían lentamente y al finalizar efectuaban un movimiento brusco y
entonces se cerraban del todo. Concluí que tal vez no dominaba completamente el
movimiento de estas, que era posible que llevara tiempo dormido y estas
estuviesen entumecidas, aunque eso no me preocupaba excesivamente, tan solo fue
la observación de un hecho que lo achaqué al tiempo que debiera llevar dormido.
Es posible que haya despertado de un coma inducido o algo similar y ahora no
coordinaba del todo bien mis manos, en cualquier caso, lo más importante es que
podía moverme, era normal que tuviese el cuerpo entumecido por los días o
semanas en reposo.
A partir de ese pensamiento intenté descubrir en que
día y hora me encontraba, mas no había a mí alrededor ni un reloj, ni
calendario, ni nada que me ayudara a conocer ese dato. Intenté recordar la
fecha en la que vivía antes de estar aquí, pero eso seguía siendo un recuerdo
perdido. El paso del tiempo me hizo experimentar una extraña sensación de estar
solo y quizás en una habitación separada y alejada de las demás, echaba de
menos el trajín de un hospital común, no escuchaba hablar a nadie, ni pasos, ni
el típico sonido de traslado de camillas con ruedas o el del carro con
alimentos, común en cualquier hospital. Y no creo que se deba a que fuera tarde
o demasiado temprano, pues si bien no tengo a la vista la luz del sol directamente
para hacerme una idea de qué hora debía ser, pero concluí que si fuese de noche
no me tendrían con tanta luz artificial encendida. Deduje entonces que sería
muy temprano por la mañana o al atardecer y por ello había visitantes.
Tras haber pasado suficiente tiempo como para que
sucediese algo, no puedo decir cuánto, pero sí bastante, me estaba dando la
impresión de que mucho caso no se les hacía a los pacientes en este hospital.
Lo normal sería que alguien entrase a controlar mi estado, a revisar las
máquinas o comprobar la monitorización. Me pregunto, ¿qué clase de hospital es
este, que ni siquiera puedo tener a mi alcance un botón de llamada de
emergencia? También me he dado cuenta que no hay pantalla de televisión, o de
acceso a internet, como en los buenos y modernos hospitales que recuerdo, ni
una silla o butaca de acompañante, ni otra camilla al lado con alguien con
quien al menos pueda compartir algunas palabras, estoy completamente solo. Eso
tal vez signifique que a lo mejor me encuentro en una sala de recuperación
especial. Es posible que acabase de salir de una intervención quirúrgica o de
una prueba. Así que tal vez se aproxime el momento de recibir la visita
momentánea de algún familiar o al menos de un facultativo. Desde que he despertado,
apenas me he podido mover, y no es que me sienta incómodo en esta postura, la
verdad, nunca me he sentido tan saludable, claro que dormido estaría mejor, así
el tiempo pasaría más deprisa, o más desapercibido, pero consciente como estoy
desde hace ya un buen rato se me hace larga la espera hasta ver a alguien.
En un momento dado, cuando ya mi desesperación
estaba llegando a su límite, intenté gritar pidiendo ayuda, pero noté que no
podía hacerlo, los tubos introducidos en la garganta me lo impedían. Y no es
porque no lo intentara, aunque tan solo pude expresar un quedo sonido gutural,
imposible de comprender, ni de hacer que se escuchara más allá de un metro de
donde me encontraba y por supuesto, un sonido incapaz de salir de la puerta
cerrada de la habitación. Estaba pensando en probar sacarme de la boca aquel
tubo, pues sentía que podía respirar por mí mismo, pero temía hacerlo ya que
quizás me hiciera daño en la garganta al intentarlo. De nuevo, la idea de que
tal vez estuviera abandonado en aquella habitación por alguna extraña razón, me
hizo entrar en cierto estado de pánico. ¿Y si una catástrofe o algo similar
haya ocurrido? ¿Y si fuera el único paciente vivo en el hospital?
En seguida deseché esa posibilidad, pues de lo
contrario, en unos pocos días hubiera muerto deshidratado o por falta de
alimento y reconozco que no tengo esa sensación de vacío, ni sed. Eso significa
que estoy bajo cuidados médicos y se me está suministrando alimentos de alguna
manera, luego debo mantener la calma y seguir esperando con tranquilidad.
Hace un momento me había parecido oír pasos, y un
torbellino de nervios se apoderaron de mí, me sobrevino tal clase de
inseguridad que hasta por momentos deseé que fuera solo una alucinación mental.
No sé por qué, pero sufrí un irrazonable temor a lo que podía presentarse,
aunque no tengo razones para temer nada, si estoy aquí bajo cuidados médicos,
lo mejor que me puede pasar es que venga algún facultativo para interesarse por
mí. Esos primeros pasos que oí, cesaron de pronto, es posible que el individuo
que los provocó haya entrado en alguna otra estancia cercana. Los pasos
parecían provenir de un largo pasillo, pues los escuché levemente al principio,
durante unos largos segundos y poco a poco empecé a notarlos con más
intensidad, hasta que de repente se detuvieron. En cierto modo me tranquilizó
escuchar algo de vida, pues ya estaba pensando que estaba solo aquí.
Pero eso fue hace casi una hora por mis cálculos.
¡Vaya! Ahora vuelvo a escuchar pasos, y por el ritmo
y la cadencia intuyo que son dos o más personas, eso me inquieta un poco, y
aunque no puedo explicar la razón, es como me siento. Entonces se abre la
puerta de la habitación, que como me imaginaba no es una puerta común, se trata
de dos hojas metálicas que se contraen, una hacia la esquina inferior izquierda
y la otra al lado opuesto, como en las naves de las películas del espacio. No
parecen tener pomos ni cerraduras, ni he podido determinar si hay algún botón
para abrirla desde dentro. Y me pregunto ¿Cómo recuerdo lo de las películas y
no otras cosas más importantes?
El caso es
que cuando las veo abrirse, siento mis latidos acelerarse, incluso se me pasa
por la mente hacerme el dormido, pero eso sería absurdo, sobre todo si lo que
quiero es respuestas. Ansioso y conteniendo la respiración, espero la entrada
de los visitantes. --)
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