La quimera de los anhelos




Nunca olvidaré aquella tarde del lunes 10 de julio del 2034. Fue cuando empezamos a notar una serie de señales lumínicas que amenizaban las noches en el cielo, se podían ver desde todos los puntos del planeta, era una especie de nebulosa de suaves colores, a modo de bellas y vistosas auroras boreales. Resplandecían desde poco antes de media noche y su estela refulgente dibujaba hermosas formas de una belleza indescriptible. A veces se asemejaban a proyecciones en movimiento de extrañas criaturas con diseños inverosímiles bailando una suave, armoniosa y sincronizada danza, las figuras se perseguían, se abrazaban, se fundían y se convertían en otras de un esplendor sin igual. Al principio su duración era de aproximadamente una hora y de repente remitían, para aparecer en otro meridiano y realizar las mismas danzas luminosas.

Pronto se dieron informes en los telediarios sobre avistamientos de los extraños resplandores en todos los continentes, desde cualquier punto del planeta se podían divisar las hermosas formaciones boreales. Los primeros días, nadie daba explicación a semejantes efectos visuales y por supuesto las diferentes agencias espaciales del mundo negaron la autoría o que fuera por efecto de alguna estación espacial en rotación y, prestos se dieron a la investigación de los extraños fenómenos. Los gobiernos pusieron mucho interés en descubrir la fuente de tales luces y pronto se descartó que provinieran de fuente humana alguna. Ciertos iluminados, videntes y afamados periodistas del mundo del misterio, comenzaron a ver en aquellas estelas celestes, mensajes cifrados de vida en planetas lejanos. Por supuesto, los científicos de inmediato rechazaron tales afirmaciones, aunque no se atrevían a postularse en si ese extraño efecto era fruto de alguna tormenta solar, de la destrucción de algún meteorito o incluso el paso de algún cometa no catalogado o nunca antes visto.

En cualquier caso, era llegar las 11 de la noche y todo el mundo en nuestra ciudad se colocaba en las ventanas y terrazas de sus casas para presenciar el evento. Muchos subían a lo alto de edificios a fin de verlo más de cerca o ascendían hasta las montañas cercanas para observar, evitando la contaminación lumínica de las ciudades, y ver así más claro el fascinante espectáculo de luces bailando en esa cadente armonía y que, según muchos opinaban dejaban una gran sensación de paz y relajación en quien los observaba durante más de diez minutos.

Pocos días después, la agencia espacial europea, la americana, rusa y la china, enviaron sondas espaciales para estudiar el extraño fenómeno. Curiosamente, descubrieron que desde el espacio no era perceptible, más bien parecía como si proviniese de la tierra, lo cual causó aún mas extrañeza, y fue todo un quebradero de cabeza para los que querían dar una explicación lógica y científica al evento, ya que era imposible coordinar tal efecto desde distintos puntos de la tierra, sin que nadie descubriera su procedencia. Pero al cabo de unas semanas de observación, por fin fueron capaces de reconocer como posible fuente, una especie de rayos provenientes del espacio, de una frecuencia apenas detectable cuya procedencia, sin embargo, no pudieron confirmar. Se dijo entonces que posiblemente al chocar con la atmósfera, aquellos rayos provocaban esas imágenes lumínicas que solo se podían ver desde la superficie terrestre. Esto dio argumentos a la prensa sensacionalista y a los amantes de la ufología, quienes empezaron a afirmar con contundencia que se trataba de proyecciones desde planetas distantes que intentaban comunicarse con nosotros, más a estos se les tildó de charlatanes. Astrónomos expertos de casi todas las agencias espaciales concluyeron que eran los residuos de la explosión de una “supernova”, cuya luz estaba llegando a la tierra después de viajar millones de años luz y lo hacía de manera intermitente por el movimiento terrestre, pero nadie explicaba por qué aparecía en un lugar y luego repetía la misma secuencia en otro y sin embargo, mostraba cada día un nuevo repertorio de figuras y movimientos. 

En cualquier caso, para la gente de a pie resultó ser algo más que un entretenimiento, se convirtió en una terapia sanadora. Tanto, que se fue difundiendo el rumor en las redes sociales de que observar la luz había tenido efectos positivos en la salud de muchas personas, se hablaba de afectados de epilepsia, de tumores cerebrales, esquizofrenias, problemas depresivos, de ansiedad u otros males mentales, cuyos afectados  notaban una mejoría gradual en sus enfermedades. Desde ese entonces a aquella luz se le conoció como la “Quimera de los anhelos”, ya que los que contemplaban aquello tenían la sensación de recibir respuestas a sus peticiones o anhelos de salud y paz mental. Por otro lado, las extrañas e inimitables formas recordaban a esa criatura mitológica griega que vomitaba llamas y tenía tres cabezas con un cuerpo que recordaba diversas criaturas, era realmente difícil de describir, aunque eso sí, todos coincidían en que era una imagen impactante y de una belleza exultante. Sin embargo, tal como una quimera, era imposible de explicar en términos científicos, pues no parecía lógico que una luz proyectada en la atmósfera, cure o produzca efectos mentales y menos si según creían los expertos, procedía de una explosión estelar a millones de años luz. 

 Ajenos a la opinión de los expertos, comenzaron a pulular por todas partes “curanderos” que sugerían a sus pacientes que visualizaran las luces en sesiones regulares, dependiendo del mal. Por otro lado, la ciencia médica intentaba dar una explicación racional, algunos psicólogos hacían alusión a la caleología o efecto relajante de la belleza para explicar la supuesta mejoría de alguno enfermos mentales,  pero otros ofrecían argumentos aún más fantásticos, como que la luz producía cierto efecto hipnótico que reorganizaba las células neuronales, tal como lo hacía el sueño, por eso algunos afirmaban sentirse a gusto, relajados, saludables y en paz, mientras contemplaban la luz. Nosotros al principio no dábamos crédito a tales efectos, pero el caso es que mi esposa Allie, que padecía de fuertes jaquecas y yo, que debido al estrés al que estaba sometido por mi trabajo como agente bursátil, padecía insomnio y corría el peligro, según los últimos chequeos médicos de sufrir un colapso vascular, lo empezamos a experimentar en nuestras propias carnes. Desde que empezamos a observar el fenómeno, efectivamente empecé a dormir como un bebé y los dolores de cabeza de mi esposa, que sufría casi todas las semanas una o dos veces, remitieron y desaparecieron por completo. Algo había en esa luz que la gente, además de “Quimera de los anhelos”, la llegó a conocer popularmente como la luz milagrosa o luz divina.
Mas al pasar el tiempo, lo que para muchos era un fenómeno hermoso nunca antes observado, otros comenzaron a verlo como una amenaza a la estructura de la sociedad avanzada del momento. Sobre todo cuando empezaron a recibirse informes sobre diversos satélites, que casi en cadena llegaban a quedar inutilizados. Los técnicos espaciales dijeron que estaban a punto de descubrir la posible procedencia del rayo, y se estaba estudiando la manera de detener sus efectos en los satélites, aunque por el momento la solución estaba resultando inviable. Los expertos reconocieron entonces que esa luz podía condicionar la vida en la tierra, y esas secuelas positivas en la salud de las personas tenían como contrapartida, graves efectos secundarios en la organización y el funcionamiento de nuestra sociedad, ya que dejaron de funcionar varios sistemas de GPS, y muchos satélites comerciales de grandes cadenas de televisión quedaron inservibles, las coberturas telefónicas y los sistemas de comunicación básicos para la navegación aérea podían verse afectados también. Parecía como si una interferencia radio-magnética de gran potencia estaba destruyendo todo el entramado satelital terrestre. De inmediato, saltó la voz de alarma entre los gobiernos, los ejércitos y la comunidad científica. Todos los gobiernos estaban preocupados por las consecuencias que ese cambio en los hábitos de la población pudiera provocar en la sociedad, en el funcionamiento de las ciudades, y más preocupante, en los efectos en la economía mundial. 



Algunos gobiernos instaron a las agencias espaciales a buscar la manera de tapar o impedir que siguiera llegando esa luz a la tierra. Ciertos expertos rusos y chinos propusieron colocar una gran estación o plataforma que a modo de plato impidiera el paso de los rayos, pero no parecía una solución a medio plazo, los costes de tal proyecto eran enormes, aunque los gobiernos estaban dispuestos a sufragar los gastos de lo que sea con tal de apagar o esconder las visiones lumínicas. Así pasaron seis meses, hasta que de repente la luz cesó. La gente se echó a las calles, protestando pacíficamente, pues sospechaban que habían sido las agencias espaciales las que habían ocultado el fenómeno. Surgieron huelgas de todo tipo, pidiendo el retorno de la luz milagrosa, y los gobiernos se vieron desbordados para calmar a la población necesitada. Pero al cabo de otro mes, apareció de nuevo, y desde entonces nos tuvimos que acostumbrar a verla tan solo tres veces al mes. En poco tiempo se formaron calendarios marcando las fechas de los posibles días de avistamiento, no todos acertados, pero indicaba el interés inusitado que provocaba la Quimera. Se rumoreaba que en algunas partes del mundo, sobre todo en el continente africano, por alguna razón desconocida la sesión diaria continuó, aunque nosotros nos conformamos con esos tres días al mes.

Pensaban las autoridades que pronto el mundo volvería a su vida normal y todo empezaría a funcionar como antes, pero no fue así. Porque en el fondo, los que de manera regular nos dejamos llevar por la Quimera de los Anhelos, entendimos que se trataba de un mensaje, no un mensaje escrito en palabras, ni cifrado, sino en una forma nueva de comunicación, que de alguna manera sintonizó perfectamente con la mente humana, aunque no lo entendiéramos con cabalidad, el mensaje nos llegó al corazón. Sin embargo, lo que sucedió a continuación supuso un varapalo para los deseos y anhelos que todos guardábamos.

Algo había cambiado en la mente de la mayor parte de las personas, ya que de forma pacífica surgieron movimientos alternativos de solidaridad humana, desde los campesinos y granjeros que empezaron a crear cooperativas donde se intercambiaban bienes básicos. Mucha gente abandonó sus trabajos, nosotros nos sentimos impulsados a dejar la ciudad y montar una comuna con un grupo de amigos y vecinos, dejé mi trabajo, sin importar las pérdidas económicas que aquello supuso, perder mi casa en una urbanización de lujo, pero en eso me vi apoyado completamente por Allie. Sentimos una gran liberación al dejar todo aquello, hasta decidimos traer hijos al mundo, algo que por años habíamos descartado egoístamente. He de reconocer que no fue fácil al principio, pues lo que hicimos fue restaurar un pueblo abandonado y desde cero empezar una nueva vida. Durante un tiempo vivimos felices, creyendo haber conseguido por fin vivir la vida en armonía con nuestro entorno, pero aquello duró poco. La Quimera siguió apareciendo, puntual a su cita y los que la seguimos no fallábamos a la dosis de paz que nos ofrecía, pero los gobiernos y poderes del mundo no estaban dispuestos a perder elementos necesarios para su funcionamiento.

Pocos meses después de que miles de personas abandonaran las ciudades y el mundo se sumiera en una profunda crisis económica, se establecieron leyes protectoras pero represoras a la vez. Protectoras a favor del sistema y de los que se mantuvieron con este, represoras para los que habían abandonado el materialista sistema de vida que antes llevaban. Se anunció a bombo y platillo que la civilización se estaba recuperando de una recesión sin precedentes, se fueron recuperando las centrales de energía y se anunció que los sistemas de comunicación volverían a funcionar con normalidad. Los gobiernos comenzaron a presionar para que se iniciara una vuelta a la vida en las ciudades, animaron a la población a “recuperar su vida”, y culpaban a los que renegaron de eso como los culpables de querer desestabilizar la economía mundial y provocar la crisis.
Pero los que vivíamos en las comunidades cooperativas no deseábamos volver a estar atados a los empleos remunerados, que empezamos a ver como una esclavitud del sistema, como una carga que para nada dignificaba a la persona, sino la convertía en una máquina, en un engranaje del que apenas recibía gratificación. Temíamos que los que ya contemplábamos como se abría camino una nueva sociedad donde el dinero y los bienes no eran requisitos para vivir, pronto lo perdiéramos todo, pues estábamos enfrentados al poderoso sistema mundial. Nubarrones de cordura política y de sentido común amenazaban con destruir lo que apenas empezábamos a disfrutar. La maquinaria del sistema volvía a ponerse en marcha y pretendía acabar con la ilusión de millones de ciudadanos que de nuevo seríamos obligados a laborar y  tributar, para mover las fortunas de los millonarios. Entonces llegaron ellos...


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