Ecocidio



En el Apocalipsis bíblico aparece una curiosa sentencia que se resume así: “Vendrá el tiempo… de causar la ruina a todos los que están arruinando la tierra”. Esta frase parece indicar como merecedores de juicio a los que arruinan, contaminan y destruyen la naturaleza, como si de criminales, asesinos, se tratase. Si a alguien que mata a otro ser humano se le tilda de Homicida, si al que mata a grandes poblaciones, se le llama  Genocida, en el caso de la naturaleza se trataría de ecocidas.
  

El término “ecocidio”, se ha acuñado para hacer referencia a la devastación provocada artificial y deliberadamente por la acción del hombre. No solo hablamos de cortar un árbol, cazar un animal por divertimiento o dejar descuidadamente basura en un bosque, algo que puede ser penado o multado, dependiendo de las leyes locales. No, hablamos de una extensa destrucción, daño o pérdida de ecosistemas de un determinado territorio, por medio de la mano directa o indirecta del hombre, hasta el grado de que el disfrute pacífico de este territorio por sus habitantes se ve severamente disminuido o que provoque la pérdida inevitable del hábitat de especies en peligro.


Y eso lamentablemente se está realizando a nivel mundial en muchos lugares por causa de un alimento consumido en más de la mitad del planeta, el aceite de Palma. Curiosamente este aceite, que en gran parte de Europa, sobre todo en el sur y todo el litoral Mediterráneo, apenas es utilizado y suele tener mala fama por ser considerado dañino para la salud, se ha convertido en el segundo aceite más consumido del mundo, amenazando con colocarse el primero en poco años. La mala fama que este tiene en Europa, oriente próximo y Norteamérica, se debe en parte a que está unido, no a la alimentación tradicional, como sucede en Asia oriental, sino a los productos artificiales, producidos masivamente, tales como la bollería industrial, los alimentos preparados, golosinas, chocolates y otros cientos de productos alimenticios manufacturados. Aparte de ser la base muchos cosméticos comunes. Se suele contrastar su utilización con la del bien estimado Aceite de Oliva, maíz o girasol, sin embargo hay estudios que indican que dependiendo de la utilización, temperatura de cocción, y excesos en el consumo, todos los aceites pueden ser beneficiosos, como resultar dañinos, y dependiendo de la zona, se hablará mal de uno o del otro. El aceite de Palma tiene dos ventajas sobre todos los demás, la primera es que este no pierde sus propiedades cuando se calienta, ni se corrompe a temperatura ambiente, lo cual lo hace duradero y menos dañino al utilizarlo en la fritura. La segunda ventaja es que su producción es mucho más barata que la de los demás aceites, con lo cual su precio en el mercado es más económico que los demás, por ejemplo comparado con el aceite de Oliva o de girasol, por su estacionalidad temporal, o el de Soja, por la extensión del cultivo necesaria, en el caso del de Palma con una décima parte de hectáreas de las necesarias para sacar 50 millones de toneladas de aceite de soja, se extraen 125 millones del de Palma. Además las palmas de aceite producen todos los meses, enormes racimos de nueces ricas en aceite, durante al menos veinte años. Sin embargo tiene una cualidad que lo diferencia de los demás aceites vegetales, es que es rico grasas saturadas, como la grasa de origen animal, de ahí el peligro al que nos exponemos de convertirlo en el centro de nuestra mesa.  


Huelga decir que el aceite que más se produce en el mundo no es para consumo humano, sino que es el Petróleo, que tan malos resultados ha traído. Y dado que el consumo de este producto tan contaminante va a la baja, pronto el aceite de Palma se convertirá en el primero. Y no nos equivocamos si lo comparamos con el petróleo, pues aparte de ser utilizado en la alimentación, también suele ser uno de los aceites más utilizados en los llamados “biocombustibles”.  Por supuesto que yo quitaría el prefijo “bio” de este tipo de productos, pues si bien no contaminan tanto en su combustión, como los fósiles, sin embargo su producción queda lejos de ser ecológica, solo tenemos que ver lo que está sucediendo en lo que antes era un paradisiaco y exuberante lugar, único en el mundo, Borneo.


Borneo es la tercera isla más grande del mundo, fue descubierta por Magalles y Elcano en 1521, está ubicada al sudeste del Asia y que es compartida por tres países, Brunei, Malasia e Indonesia, estos últimos son los reyes de la producción de aceite de Palma. Curiosamente durante siglos, la especie más minoritaria que habita la isla, era la humana, pues la mayor parte del territorio de Borneo lo ocupaba una densa y enorme selva tropical.


Sin embargo , las cosas han cambiado en las última décadas del siglo pasado y en las primeras de este. Se empezó talando bosques cuando Malasia, que había agotado su reserva de bosques, decidió esquilmar los bosques de la Isla, fue el dictador Suharto quien repartió enormes extensiones de bosques entre sus hombres de confianza, los cuales no tuvieron reparos en ir vendiendo terrenos a las empresas madereras primero, luego a las productoras de Aceite de Palma, con lo que la parte correspondiente a Malasia tan ha quedado un 20% de los bosques.


En los últimos años, se han producido incendios que han devorado millones hectáreas en la isla, tanto en la parte de Malasia, como de Indonesia.
Las razones para estos incendios son diversas, pero lo que más llama la atención es que en muchos casos provienen del interior, debajo de la tierra. ¿Cómo es posible esto? La razón la encontramos en la Turba. Por años la selva de Borneo, como la amazónica y la subsahariana han ido absorbiendo Co2 y enterrándolo, por decirlo de alguna manera, esto sucede cuando la hojarasca, los árboles viejos mueren, la maleza muerta de la selva se va descomponiendo y alimenta a los nuevo árboles y bosques y en un proceso regular, con el tiempo la materia resultante se va pasando al estado anterior al carbón, material muy inflamable, pero estando húmedo no es nada peligroso, es así como las selvas se convierten en los pulmones del mundo, almacenando toneladas de Co2 en su suelo. Ahora bien, el proceso se acelera a medida que se tala la selva y la turba queda expuesta al sol, esta se seca y entonces el proceso se invierte, es decir, surge la espontanea combustión de la Turba. Eso conlleva la expulsión masiva de Co2 a la atmósfera, mucho mayor que la que produce la quema de cualquier otro bosque seco de España, por poner un ejemplo.  Así no es de extrañar que las selvas del sudoeste asiático, entre ellas las de Indonesia y Borneo, se hayan convertido en el tercer emisor mundial de gases de efecto invernadero y no es atribuible a los vehículos o la industria. 
Curiosamente esos terrenos posteriormente son utilizados para la plantación de Palma. Esta crece rápido y apenas necesita atención. Se puede ver en Google Earth, las imágenes de enormes extensiones cuadriculadas de plantaciones que ocupan el lugar que antes llenaban las selvas, que con incontables especies, muchas de ellas aun no estudiadas, han sido perdidas.  En los últimos 50 años, la zona baja de toda la isla ha perdido el 50% de sus bosques y animales como los Orangutanes han perdido el 90% de su hábitat. Sólo Brunei parece interesado en mantener y cuidar su patrimonio natural, las otras naciones parece que solo les interesa explotarlo hasta el agotamiento.


Por esto se debería acusar de ecocidio a estos desaprensivos, pero como son tantos y tan poderosos, es poco probable que algún estamento humano o un comité ecológico internacional o alguna agencia mundial del clima, puede atreverse a hacerlo, máxime cuando lo que prima es la economía de estos países, que de verse privados de estas explotaciones perderían su principal fuente de ingresos. De nuevo nos topamos con el dinero, como principal motor del mal e impulsor de las más bajas ambiciones que destruyen nuestro planeta.
Y es que el caso de la Isla Borneo, que hemos puesto como ejemplo, es tan solo uno de los muchos casos en los que grandes corporaciones industriales con mucho poder y el apoyo o la vista gorda de gobiernos o autoridades corruptas están arruinando el planeta, en una desenfrenada carrera por producir más y más rápido. ¿Quién los parará?


Si las palabras del Apocalipsis se tienen que cumplir literalmente contra todos los que  están esquilmando y destruyendo la naturaleza, será desde luego un juicio sumarísimo, pues son muchos los culpables y mucha la maldad que se ha cometido contra nuestro propio hogar, la Tierra.  



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