Economía colaborativa ¿Se convertirá en el futuro de la economía mundial?



          Relacionar economía y colaboración, es como hablar de dinero y altruismo, son cosas que parecen hoy día, antagónicas. Sin embargo es en gran parte la forma de vida de miles de personas en el mundo, sobre todo en países donde por diversas circunstancias no se benefician de la economía global del mundo actual. Entre los llamados países pobres, subdesarrollados o del tercer mundo, se da ejemplo de lo que tiene que ver con reciclar, economizar, aprovechar los recursos, aun por mínimos que estos sean y de mantener una gran colaboración entre sus ciudadanos. Salvando guerras y situaciones ajenas a la población, que producen sufrimiento, distanciamiento y crisis, la gente de esos lugares, si se les deja, siempre encuentran soluciones al margen de los políticos que les mal gobiernan. El trueque, el sistema más antiguo de intercambio de bienes y productos sigue funcionando en aldeas y lugares apartados de las grandes urbes.



         No obstante, el mundo entero yace bajo las leyes del sistema monetario, impuestas en la sombra por los poderes establecidos que dirigen realmente el mundo. Los gobiernos nacionales tan solo cumplen su deber de aplicar dichas leyes en sus estados, independientemente del sistema político que representen, y todos, aunque no lo quieran aceptan la leyes del dinero. La población no tiene más remedio que seguir el camino marcado, buscarse la forma de ganar dinero para subsistir, para progresar, triunfar o tener poder. Salirse de esto es ser señalado como un vago, bohemio, nini, o un excluido. Es curioso que incluso actividades de ocio o de entretenimiento, como los deportes, que antes pertenencían a espacios amateur, se han materializado, se han convertido en suculentos negocios, donde ciertos deportistas de élite se venden y se compran, y ganan cantidades de dinero astronómicas sin merecerlo, tan sólo por el mero hecho de ser bueno en lo suyo. Frente a millones de personas que son excelentes profesionales mal pagados que deben trabajar duro durante décadas, sacrificando tiempo para su familia, aficiones y disfrute de la vida, hasta hacerse viejos y mal vivir al final de sus días, cargados de daños físicos, fruto de su afanada labor.

         Hoy todo tiene un valor, a todo cuanto nos rodea se le ha puesto un precio, nuestra salud, la propia vida, incluso en el mundo occidental, la muerte cuesta dinero. La comida, el agua, viajar, conocer lugares, moverse por las calles de cualquier ciudad, incluso en la que uno vive, tener luz para ver de noche, todo requiere pagar tributo, impuestos, o pagos por servicios. Antiguamente no era así, por ejemplo, viajar a otro país, hasta hace no muchas décadas no requería de visados, bien es verdad que las fronteras y divisiones territoriales han existido desde que tenemos historia, pero la gente se podía mover por los territorios libremente, entonces el mundo si era una aldea global, hoy no. Estamos construyendo un mundo en el que los sistemas monetarios lo dominan todo y a todos, imponiendo su uniformidad y sin embargo, no por ello el mundo está más unido, al contrario, mas infranqueables se están poniendo las fronteras. Vale, alguien podría decir ¿que hay de la Unión europea? ¿No han logrado los europeos eliminar las fronteras? Quizás físicamente en apariencia han sido eliminadas, pero la fractura social y económica de las clases ricas y pobres, está aumentando, la desaparición de la clase media está llevando a estas sociedades a una nueva ruptura y que existe tan solo la preocupación por mantener en buen estado las macro-economías frente a la economía de la calle.




          Sin embargo, desde la irrupción y popularización de Internet ha ido surgido una forma paralela de economía, libre de los mercados, ajenos a las leyes comerciales, que hablan de un mundo colaborativo y de ayuda sin que medie la búsqueda de lucro. Aunque con el tiempo, el mundo financiero siempre busca la manera de sacar partido de ello, pero la tendencia y la base de Internet es compartir, sea saber, cultura, ciencia, o ideas, todo en internet se convierte en un mosaico de lo que el mundo ofrece. Cuando le llegó el turno a la música, surgió el formato digital Mp3, que revolucionó la manera de conseguir las canciones de toda la vida sin mediar formato físico, cambió la forma de distribuirla y de escucharla; se crearon programas que a principios del siglo XXI buscaban compartir gratis la cultura musical, claro que a costa de dañar el sostén de los propios músicos y que también algunos aprovechaban para formar redes delictivas, pero sin verse claro donde estaba el negocio, la gente intercambiaba sus archivos y en la red de redes todo era de todos. Aquello solo era una prueba de lo que Internet podía conseguir, millones de personas compartiendo archivos, música, películas, libros. También desde sus inicios surgió el llamado software libre o abierto, que no era otra cosa que programas, incluso sistemas operativos a los que gente anónima añadía mejoras y creaba aplicaciones por las que no ganaba nada, solo la satisfacción de haber cedido su legado.

         Incluso el saber dejó de tener precio, todos recordamos cuando antaño comprar una enciclopedia era endeudarnos por años, sin embargo la Wikipedia se ha convertido en la enciclopedia global más importante y grande del mundo, escritores y correctores voluntarios colaboran en su proceso, pasando de ser una enciclopedia de dudosa categoría a convertirse en el referente en cuanto a información sobre cualquier asunto del conocimiento humano, una enciclopedia que se actualiza día a día, solo tenemos que ver como la entrada de cierto personaje, incluye asuntos como su muerte o algún premio recibido, minutos después de ocurrir el hecho. Y todo esto sin ánimo de lucro, aunque a día de hoy el ideólogo del proyecto, no hace más que pedir donaciones para poder mantener la página abierta, pues no es fácil contener los petabytes de información que debe almacenar por las millones de páginas de información de las millones de entradas que la enciclopedia contiene.

          Estaba claro que la cultura de lo gratis ha calado en un buen número de internautas. Pero curioso es que en algunos casos, iniciativas o soluciones en Internet que en los inicios sus autores o desarrolladores lo crearon como soluciones libres o gratuitas, se transformaron en grandes negocios. Google, por ejemplo, se inició como un buscador que no quería nutrirse colocando publicidad, su interface, que sigue siendo simple, sin anuncios es lo único que queda de esa idea primera. Lo mismo sucedió con Facebook y otras redes sociales, tenían un fin altruista, pero pronto el dinero metió la mano en ellos, y hoy se han convertido en suculentos y lucrativos negocios, aunque la mayoría de las personas ni siquiera sepan cómo se financia y dónde está el negocio en esto.  



           La crisis económica que ha afectado a gran parte del mundo occidental, para algunos expertos no se trata de un vaiven más de los ciclos regulares, sino que se trata de una crisis sistemática del capitalismo, es decir, que hablamos de una fractura de los mismos cimientos de todo el sistema. Y con la irrupción de una nueva crisis, justamente cuando el mundo salía de la del 2008, ahora el Covid-19 ha venido a destruir todo  el tejido económico de cientos de naciones. Según algunos expertos en economía, va a ser necesario un nuevo sistema que realmente pueda hacer funcionar las cosas o el mundo está arrastrado a repetir pronto un caída del sistema, quizás mayor, pues el futuro es incierto. Por otro lado, la automatización, la robótica y el adelanto en los progresos informáticos, que se está implantando para rebajar costes y mantener los beneficios, está eliminando puestos de trabajo e inevitablemente empuja al mundo a una nueva situación, donde los obreros u operarios asalariados apenas tendrán cabida, es el panorama al que se enfrentan las naciones sin saber cómo abordarlos. Es un hecho que ya se está notando en muchos estados, los parados de larga duración, tanto jóvenes con poca experiencia, como mayores de cincuenta años, lo tienen casi imposible para ocupar un puesto de trabajo, pues la forma de vida actual no requiere de tanta mano de obra y no se preveé un cambio en esa tendencia.

       Esto ha hecho que de alguna manera surjan por doquier soluciones que se mueven por la cooperación o colaboración entre los individuos, la venta e intercambio de artículos de segunda mano se está convirtiendo en el mercado de mayor crecimiento, pero todo bajo cuerda, es decir fuera de las leyes, regulaciones y contabilidades de los estados. Los servicios de intercambio es uno de los principales modelos de este sistema, y en estos se hace necesario el uso del dinero, los mismos servicios son cosiderados bienes, por ejemplo una persona tal vez necesite alojamiento durante un periodo de tiempo en una ciudad, y se hospeda en una casa donde a cambio el hospedador solicita de este clases de ingles o francés o de cualquier otra cosa, o sencillamente le arregla el jardín o pinta la casa. Existe también lo que se llama el “Crowfunding solidario”, que no es otra cosa que micro contribuciones o mecenazgo múltiple de parte de muchos pequeños contribuyentes o inversores voluntarios. Estos se hacen a través de plataformas en Internet, donde uno puede donar una pequeña cantidad de dinero para cierto proyecto, a su vez quien recibe el beneficio de las ayudas colabora con otros proyectos, y un pequeño porcentaje de esas contribuciones sirve para los gastos de la plataforma. Y aunque el sistema parezca piramidal, no lo es, pues el contribuyente no espera a cambio intereses económicos, sino recibe recompensas en forma de regalos, por ejemplo, un escritor que solicita una ayuda, si tiene éxito, envía a sus contribuyentes un ejemplar de su libro o divide sus regalías entre los contribuyentes, un músico, entrega invitaciones para sus conciertos, alguien que monta una empresa ofrece participaciones en los beneficios de esta y así por el estilo.

        Otra cosa que se encuentra en el mismo origen de Internet es compartir el conocimiento, y este propósito sigue teniendo importancia vital en la función de la red, existe el llamado conocimiento abierto, que se encarga de promover la difusión del conocimiento sin barreras legales o administrativas.

          Poco antes de estallar la crisis habían surgido en Internet, páginas, blogs, y foros de toda clase de temática, en la que de manera altruista, simplemente con el ánimo de compartir conocimiento, la gente escribía y daba soluciones o consejos sobre cualquier asunto, ya sea técnico, de salud, social o de cualquier cosa imaginable, y esto se ha multiplicado desde entonces y sobre todo desde el inicio de la crisis. Youtube vino, no solo para entretener, solo tenemos que ver la cantidad de tutoriales que podemos encontrar a día de hoy, sobre cualquier temática y sin pagar nada por ello. Podemos hacer arreglos de fontanería, de electricidad, de costura, de electrónica, reparación de nuestros electrodomésticos y un sin fin de cosas, viendo unos pocos vídeos de tutoriales. El lema que Internet está imponiendo es: Háztelo tú mismo, yo te enseñaré a hacerlo.




           Y esto puede ir a más, algunos vaticinan, con la llegada de las impresoras 3D, que pronto muchas personas se harán sus propios objetos, herramientas  o cualquier otro utensilio sencillo, saltándose a los fabricantes, y hacerlo en su propia casa. Hay páginas en las que voluntarios van colocando diagramas o diseños de todo tipo de objetos que las impresoras 3D pueden realizar para que cualquiera pueda descargarlas e imprimirlas. Es verdad que por el momento este tipo de impresoras no es algo que se pueda decir que sea asequible para todos, su compra, construcción y manejo aún no está al alcance de muchos, pero el tiempo dirá hasta dónde se llegará con esta curiosa tecnología. La telefonía móvil agregó un nuevo hito en esto, surgen constantemente apps con soluciones para hacer la vida más fácil en las grandes ciudades. Por ejemplo, con algunas puedes encontrar aparcamiento en la ciudad, informado a la vez de esto en la misma a otros usuarios, otras para compartir vehículo en las ciudades, para intercambio de artículos o venta de bienes de segunda mano, sin intermediarios. Existen plataformas donde se comparten casas, es decir alguien de Barcelona viaja a Madrid y otro lo hace en sentido contrario, ambos intercambian sus apartamentos. Una persona monta en su vehículo a otros individuos que va recogiendo por el camino a cambio de compartir el gasto de gasolina, se habla de utilización temporal de objetos y bienes en un intercambio de prestamos, tú me prestas lo que necesito y yo te presto lo que tú requieres de forma temporal, todo bajo acuerdos de confianza mutua, algo desconocido en una sociedad materialista como la actual. Esto es lo que se ha llegado a denominar la economía colaborativa, compartir en vez de poseer.

         Sin embargo, aquí tenemos que indicar un pequeño o gran matiz, en algunos casos, lo que algunos califican como colaborativa, en realidad esconde una explotación laboral y mercantil de proporciones alarmantes. Muchos empresarios han empezado a meter sus garras en el sistema y están haciendo fortunas con todo esto. Con lo cual, deja de ser economía colaborativa para convertirse en economía sumergida y precariedad laboral, en el que algunos jóvenes sobre todo, acuden como única salida, y acaban dándose cuenta que tienen que dedicar gran parte de su tiempo para apenas ganar para sus gastos. Está claro que en el momento cuando el dinero toca algo, lo estropea y por ello la verdadera economía colaborativa aún está por llegar, debe desprenderse de la búsqueda desmesurada del dinero, pues entonces pierde todo interés. 

      Por ejemplo, muchos blogueros y youtubers empezaron haciendo presentaciones de ayuda o consejos sobre videojuegos, cocina o moda, por amor al arte, pero Google vio el negocio en ellos, les ofreció dinero por medio de la publicidad, unos pocos han triunfado y ahora hay millones de novatos haciendo sus pinitos en el mundo de los vídeos, imitando a los pioneros, esperanzados en que ganarán dinero como estos, sin darse cuenta que el pastel está muy dividido y tiene su límite. Eso ha dejado de ser labor colaborativa, para convertirse en un mercado saturado de charlatanes y vendedores de aire. La cuestión de fondo, no obstante, es que el hombre por naturaleza siempre busca la manera de colaborar, de ayudar a los demás, es algo innato que llevamos dentro, pero que el mundo tal como está montado se esfuerza por convertir en lo contrario.

          La verdadera economía colaborativa aún a duras penas se puede ver en los países más pobres, pero conforme se intenta sacar a la fuerza de ese tercer mundo a estas naciones, introduciendo métodos que tal vez funcionan en New York o Bruselas, pero no allí, se eliminan las posibilidades de mantener esa economía viva y la degradan, la contaminan y con el tiempo desaparece, dejando tan solo pobreza, delincuencia y egoísmo. Sería fácil revertir esta situación, pero no es lo que desean las grandes finanzas, quienes no quieren oír hablar de economía colaborativa, así que mientras este sistema lo sigan dominando las mismas fuerzas, esa cooperación innata del hombre tendrá restringidas sus puertas.

        Pero ¿cómo sería el mundo si todo se convirtiera en economía colaborativa? ¿Sería como si volviera el trueque? ¿Significará un retroceso en el progreso de la humanidad? En realidad la economía colaborativa es algo más que el simple trueque, y en cuanto a cómo sería el mundo pongamos un ejemplo: En primer lugar diremos que no se cambiarían las transacciones monetarias por simple trueque, de hecho el uso del dinero quedaría restringido a cosas de mayor calado, o incluso se podría prescindir de el. No siempre se cambiarían bienes por otros bienes, sino por servicios, por ayuda en determinados proyectos comunitarios, o sencillamente habría bancos de favores, donde se pondrían las cosas que a uno le sobran y que otro al que le falta buscase. Se organizarían cooperativas locales donde los distintos gremios ofrecerían sus productos o servicios y nadie tendría falta alguna, el trabajo sería voluntario. Por supuesto hay labores más duras pero necesarias, como las labores del campo, la extracción de materia prima, etc. Las máquinas bien podrían sustituir al hombre en tales labores y la gente se concentraría en mejorar la vida, dar soluciones y crear mejoras en su entorno, sin las prisas por ponerlo en circulación para poder obtener beneficio rápido. Por supuesto que un sistema así, requeriría en primer lugar, lógicamente, que la gente primero tuviese cubiertas las necesidades básicas, como la comida y el techo, es curioso que estos son unos derechos que recogen todas las constituciones de los estados, pero que ninguno realmente cumple.

              Algunos países quieren experimentar con la llamada “Renta básica universal”, como Finlandia, desde enero del 2017, hasta poco después del 2018 experimentaron con ello, más recientemente se aprobó en España el IMV (Ingreso minimo vital), pero parece más un paso simbólico pues pocos se están beneficiando de dicha ayuda. Algunos señalan que esto animará al vaguismo, pero no es el caso según lo que a han notado los observadores y seguidores del experimento. Si un sistema así se estableciera a nivel mundial, es posible que según los más excépticos y pesimistas, llevaría a muchos a la vagancia, algunos sencillamente se conformarían con comer y dormir. Pero no sería así en todos los casos, la historia nos enseña que hombres y mujeres de la antigüedad dedicaron su vida a la investigación e invención, sin buscar enriquecerse por ello. Hay ejemplos de esto por todas partes y en todos los campos, la cantidad de investigaciones realizadas en el mundo, se debe a personas que no vivieron de sus descubrimientos, ni del tiempo que dedicaron a ello, en la mayoría de los casos, tenían rentas aseguradas al tratarse de nobles o con familias pudientes, o sencillamente tenían patrocinadores que los sustentaban, y a esa dedicación desinteresada debemos la base de todo nuestro adelanto tecnológico actual. Si hoy día, muchos científicos o inventores tuviesen cubierto su sustento, no dudarían en dedicarse a ello con un afán de superación, y no tanto para lucrarse. 

             En cualquier caso, se debe inventar algo mejor que el dinero para lograr una sociedad realmente colaborativa, pues como ya se ha apuntado anteriormente, todo lo que el dinero toca, lo corrompe y lo distorsiona. Por eso se requiere de una sociedad que supere este escollo, de lo contrario estamos abocados al fracaso en ese campo. Lamentablemente las cosas no parecen ir por ese camino, pues las soluciones de los estados pasan por mantener cuidada la banca y contentas a las grandes fortunas, están obsesionados por la macroeconomía, sin importar mucho la economía de la calle. 

       Más el que escribe esto está seguro que algún día si prevalecerá esta llamada economía colaborativa, pues está estructurada en la naturaleza humana, indicada en el diseño del software de nuestros cerebros, y ese diseñador que seguro tenía previsto eso, conseguirá algún día que deje de ser una utopía y se convierta en toda una realidad.

Este artículo se ha escrito con un procesador de texto de carácter libre, diseñado por una comunidad de programadores que de forma altruista lo han distribuido de manera abierta, instalado en una máquina o nanocomputadora del tamaño de una lata de anchoas, conocida como Raspberry Pi, diseñada por una fundación sin ánimo de lucro y con fines educativos para que la informática llegue de manera económica a todo rincón del mundo. Toda una indicación de que la naturaleza humana, por mucho que se empeñe el sistema, siempre busca la colaboración. 








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