El consejo






Esta historia posiblemente representa la de miles de escritores nóveles que son víctimas de algunas editoriales de la llamada autoedición, cuyo propósito tan solo es sacar el beneficio a costa de los bien intencionados y entusiasmados novatos. La segunda parte, muestra la lucha entre la aceptación de la crítica y la imperiosa necesidad que tiene el escritor inseguro de sí mismo de conseguir lectores y opiniones sobre su obra. Si alguien se siente identificado con esto, bienvenido al club de los escritores frustrados. De alguna manera sirve también para que los lectores podamos comprender hasta cierto grado, el sufrimiento y el dolor que siente alguién que escribe con ilusión aunque sin acierto, sobre todo al recibir críticas lanzadas sin anestesia, es decir no esperadas. Y a la vez, que los escritores entendamos y aceptemos humildemente la situación complicada en la que a veces ponemos a amigos, familiares y más cercanos lectores: Ante la compleja tesitura de verse frente un mal libro, de un buen amigo.


-¿Es el señor Ecravian Frusté?

-Si soy yo, dígame.

-Le llamamos de editorial Plantéa, es sobre su libro.

-Ah, bien. Dígame

-Verá, hemos decidido apostar por su obra, nos ha parecido una muy excelente historia que merece ser publicada y por ello le informamos que estamos dispuestos a lanzar su magnífico escrito para que el mundo entero disfrute de una excelente lectura. 

-Gracias, ¿en serio? Me alegro que les haya gustado.

-Bien. Como verá el mundo de los libros no pasa por su mejor momento, supongo que lo comprenderá. Por eso, las editoriales miramos con lupa las obras que nos llegan y escogemos con mucho cuidado, solo a los escritores que pensamos que vale la pena publicar, porque preveemos que serán rentables por sus ventas, y el suyo es uno de esos libros que prometen. ¿Está usted dispuesto a aceptar nuestra propuesta de editar su libro?

-Si, por supuesto. 

-Nuestra editorial siempre se ha identificado por dar apoyo a los nuevos valores en la literatura. Fuimos los que lanzamos a Joan Goytistale, o Carlos Luz Chaçon, seguro que ha oído hablar de estos autores. 

-Si, por supuesto he leído algunos de sus libros.

-Sabe que han sido bestsellers a nivel mundial. ¿Pero conoce sus inicios? Ellos tocaron a nuestras puertas cuando nadie daba nada por ellos, les publicamos sus primeras obras y ahora, mire donde están.

-Que bien, es verdad, son super conocidos.

-Efectivamente, es posible que usted pronto se codee con ellos, ¿qué le parecería?

-Bueno, yo me conformaría con que pudiera ver mi libro publicado.

-De eso le queríamos hablar. Verá lo que nosotros proponemos a nuestros escritores nóveles, es que utilicen nuestro sistema de publicación Publi-eco. Supongo que se preguntará en qué consiste. 

-Pues no he oído hablar de ese sistema.

-Consiste en que nosotros imprimimos una cantidad inicial, que para usted, después de la venta le podrá reportar unas ganancias netas de un 20% en regalías. Los libros que nosotros enviaremos a las librerías asociadas, tendrán un 10% . ¿Qué le parece la propuesta?

-De acuerdo, pero perdone, no entiendo bien eso de los porcentajes, ¿me habla de un 20% y luego de un 10?

-Claro, hay una cantidad de los libros que producimos, que estarían a cargo del escritor, para promoción, presentaciones, venta directa. En ese caso usted tendrá hasta un 20% de beneficio directo, aparte impuestos. Teniendo en cuenta que por lo general las editoriales tan solo ofrecen al escritor un 10% de regalías, créame, se trata de una propuesta inmejorable.  Y luego los demás libros, sin costo para usted estarán disponibles en las librerías que lo soliciten y sobre esto, teniendo en cuenta los gastos de envío y el margen para las tiendas, se queda con un poco menos, un 10%. Pero a usted, esto no le cuesta absolutamente nada. ¿Qué le parece? ¿Seguimos adelante?

-Y… ¿De cuántos libros se trata?

-Nosotros calculamos que para empezar, enviaríamos a su domicilio una cantidad inicial de cien libros, los cuales no tiene la obligación de vender en un determinado tiempo, ni lugar, ni siquiera está obligado a venderlos, puede regalar a modo de promoción algunos de ellos, usted tendrá el control absoluto de la venta. 

-Me parece bien, pero así sin más ¿y qué tengo que hacer?

-Solo tiene que rellenar el documento que le enviaremos, donde debe indicarnos el número de cuenta, para abonarle las regalías de las ventas en tienda. 

-Vale, pero perdón, no acabo de comprender bien o no me he enterado del todo. ¿Qué se hace con los que me envían?

-Sí, dígame ¿qué es lo que no entiende?

-Eso, que no sé cómo hago con el dinero de los que venda yo directamente. ¿Se los tengo que enviar a ustedes de alguna manera, quitando el margen o qué?

-No, por supuesto que no, ese dinero será suyo íntegramente. 

-No comprendo, o sea, ustedes me envían cien libros y yo me quedo con todo el dinero, ¿no se suponía que era un 20%?

-Señor Frusté, la editorial le pasará el recibo de los libros que usted venderá directamente, descontando ese 20%, de esa manera cuando los venda, el dinero será íntegro para usted. ¿Comprende?

-Vamos a ver, o sea, ¿me cobran por adelantado?

-Logícamente usted recibirá los libros sin gastos de envío, una vez pasado a su cuenta el recibo del coste. 

-Ya, ya. Pero, ¿y de cuánto dinero se trata?

-Pensamos que dada la calidad del libro, entendemos que es una obra que se va a vender muy bien y, teniendo en cuenta el panorama actual, tendrá un precio en tienda, de 20 € precio de venta al público. Verá que pronto su libro se convertirá en un éxito de ventas y recuperará todo lo invertido y con creces.

-Perdone que sea tan duro de mollera o no capto. Se supone que antes me pasarán un recibo de ¿cuánto dinero?

-El coste de venta de los cien libros menos su 20% de beneficio. 

-Y ¿eso cuánto es? Es que no sé si dispongo de suficiente para esa eventualidad.

-Una vez tengamos preparado el lote, le pasaremos el recibo en su banco de 1690€

-¿Cómo ha dicho? ¡1690! ¡Eso es muchísimo!

-Señor Frusté, tenga en cuenta que son cien libros encuadernados a todo color, maquetados y corregidos, impresos en papel de alta calidad, registrada su obra con ISBN, código de barras y depósito legal. Todo sin coste adicional para usted. Es una mínima inversión para que disponga de esos libros como desee. Los puede llevar a presentaciones, ferias de libro y otros eventos y con lo que venda recuperará el gasto y obtendrá los primeros beneficios.  Si dispone de tarjeta de crédito, puede prolongar su pago en las cuotas que tenga estipuladas.

-Si tengo tarjeta, pero no sé. Es que es mucho.

-Señor Frusté, pronto estará pidiéndonos más, ya lo verá. El otro día un cliente, en menos de un mes estaba pidiendo otro lote de doscientos libros. Si es buen libro y el suyo lo es, se lo quitan de las manos, ya verá.

-Bueno y ¿cómo me sugieren que puedo ofrecerlos?

-Cuente con nuestro asesoramiento y apoyo en cualquier momento. Como consejo, le diría que reparta algunos a sus amigos, busque en clubs de lectura de bibliotecas, en librerías locales de su ciudad, el boca a boca funcionará, máxime cuando la gente lea esa excelente obra que usted ha escrito. 

-Bueno, bien, de acuerdo. 

-De acuerdo, de inmediato le enviaremos el link que lo llevará a una página segura donde podrá formalizar el contrato.  
-Vale, de acuerdo. 

-Y bienvenido a Editorial Plantéa, señor Frusté. Estamos seguros que este no será el primer libro ni la primera edición de este, pues por lo que dicen nuestros críticos, el suyo es un libro que promete.



Diez meses después, en el club de lectura de la biblioteca de su barrio

-Hola René. ¿Qué tal?

-Bien, ¿cómo va todo Ecravían?

-Mal, que quieres que te diga.

-¿Y eso?

-Me siento desalentado

-¿Por qué?

-Por el tema del libro.

-¿Qué sucede? ¿No se vende? 

-Apenas nada.

-Es que la cosa está fatal, la gente ya no lee como antes. 

-Pero tío, ¡si se supone que somos de un club de lectura! ¿Nosotros tampoco leemos?

-Ya, pero la gente está muy cargada, mira, yo tengo en lista más de veinte libros y no puedo, por eso yo no me comprometí cuando me lo ofreciste, te dije que cuando fuera a leerlo, te lo compraría personalmente. 

-Pero es que no hay manera, no vendo nada tío y esta inversión se ha llevado todos mis ahorros.

-Si me hubieses consultado, te hubiese advertido que no aceptaras, es que una editorial que se precie y que realmente esté interesado en tu obra no te pide dinero de antemano ¡caray!

-Ya, pero me hablaron tan bien del libro que parecía que me lo iban a quitar de las manos. 

-Bueno, ¿y qué pasa? ¿No gusta o qué?

-Vamos a ver, la gente que lo ha leído me dicen que les ha encantado. 

-¿Entonces?

-Que solo cuatro personas de todos los que he regalado y vendido me lo han leído. 

-¿Y cómo lo sabes?

-Porque les voy preguntando que tal les va pareciendo.

-Eso es presionar al lector, ¿no crees?

-Ya, pero si se supone que ellos me lo pidieron, ¡yo no obligué a nadie a leer!

-Vamos a ver Ecravían, estás empezando, los comienzos nunca son fáciles. Dale tiempo. 

-Pero es que llevo regalados casi veinte libros, tan solo para pedir opinión y que me ayuden a vender y promocionarlo, pero no veo nada de eso. 

-¿Y crees que tiene la culpa la gente?

-Pues mira yo pienso que si te regalan algo, que menos que leerlo y luego comentar tu parecer. ¿No crees?

-Si, pero uno lee lo que le atrae, en realidad obligar a alguien a leer cualquier cosa que no te llama, no sé. No suele funcionar.

-¿Cualquier cosa has dicho? ¡Me ha costado meses de trabajo! 

-Te habrá costado meses, pero antes de meterte en semejante empresa, debías haber dado a leer a la gente que sepa darte una opinón objetiva. Primero que opinen y luego si es favorable, lo sacas al mercado. No que sin consultar, hala, venga tengo cien libros que me tenéis que comprar. 

-¡Qué dices por Dios! Yo no he hecho eso. A nadie he obligado ni forzado, la gente que me lo ha pedido se lo he dado.

-¿A quienes se lo diste a leer?

-A los mas cercanos, amigos familiares.

-Pues allí es donde empieza el error, esos no son objetivos.

-¿No?

-Y otra cosa, ¿por qué regalar? ¿Tú no sabes que lo regalado pierde valor? Si algo me cuesta dinero, solo por eso lo aprovecho, lo que me sale gratis, si no vale mucho, lo deshecho.

-¿Qué insinúas que mi libro no vale nada?

-No es eso, solo que al regalarlo tú mismo le restas valor a tu obra. 

-Pero es que me da no se qué pedir dinero a los amigos. 

-Claro, como que te lo van a agradecer, lo tendrán como un adorno más. 

-Pues a mí, si un amigo me deja su libro con la ilusión de que le dé opinión, lo mínimo que hago es leerlo y después le doy mi parecer, así le ayudo.

-Bien, ¿y qué respuesta has obtenido?

-Pues mira, los primeros que lo leyeron, muy bien. Claro que eso fue antes de publicarlo. Se lo di en digital a unos cuantos y les pareció estupendo. Eso me animó a dar el paso de llevarlo a la editorial. 

-¿Quiénes fueron esos primeros lectores?

-Mi hermana, mis padres, y unos amigos más. Después ya en papel, cuando me lo imprimieron, se los ofrecí a la gente del club.

-¿Y?

¿Y qué?

-Que ¿qué te han dicho estos?

-Lourant, Fredy, muy bien, lo leyeron y les gustó. Pero en cuanto se lo di a Gabriela, me llevé el primer palo. 

¿Y eso?

-Me dijo que tenía muchos fallos, era plano, le faltaba profundidad.

-Bueno, al menos fue sincera. 

-Pero es que no lo terminó de leer, se quedó a medias porque dice que no era su tema, que no le entusiasmaba lo suficiente. 

-¿Y qué tal Marcel? Ese siempre está dando opiniones de libros.

-Marcel, este leyó solo diez páginas y me dijo que no seguiría. Que al libro le faltaba fuerza, profundidad a los personajes, en fin, repitió cosas que Gabriela había mencionado. Yo creo que ella le habló antes del libro y contaminó su opinión. Porque en solo diez páginas no se puede sacar una conclusión completa ¿no te parece?

-Ya sabes que Marcel es muy exquisito con la lectura. Si no le entra algo, lo deja. Muchas veces lo dice, con hojear un libro ya sabe si es bueno o malo.

-O se las da de eso. A mí me pareció envidia, pues él quiere escribir, pero no ha tenido la oportunidad. 

-¿Alguien más?

-Luego está Marie, esta lleva dos meses dándome largas, igual que Brigitte, que dice que va lenta pero avanzando, que ahora tiene poco tiempo. Pero el otro día bien que se llevaba tres libros para el fin de semana y el mío nada. 

-Tal vez no le guste y no sepa como decírtelo. 

-Yo creo que hay algunos que hablan mal a mis espaldas. 

-Vamos a ver, tú no eres tema de conversación Ecravían.  Te lo aseguro, debes aprender de lo que te dicen, sobre todo si dos o tres opinan lo mismo, quizá sea verdad. ¿No te parece? Lo que os ocurre a algunos escritores es que tenéis el “ego” muy subido. ¡Hay que ser más humilde!

-Pero si yo acepto las críticas, lo que pasa es que al menos que lean el libro al completo, ¿no te parece?

-Pero, ¡cuántas veces hemos hablado en las tertulias de dejar a medias los libros! Si no te llegan, es lo normal. Si una película en la tele no te gusta para que tragártela entera, cambias de canal y listo.

-No se trata de eso, René, eso lo entendería, pero el silencio es lo que más me desalienta. 

-¿Y no se te pasa por la cabeza que tal vez tu libro no tenga la calidad suficiente? Y que conste que te lo digo con todo el cariño, no lo he leído, lo he hojeado. Pero en vista de los comentarios que me has mencionado, todo apunta a eso, digo yo.

-¿Y por qué no me lo dicen? ¿Por qué los únicos que hablan mal de mi libro son los que menos han leído?

-Los que guardan silencio, quizás no tienen la confianza suficiente para criticártelo o no quieren hacerte daño. Pero el silencio delata.

-Pues sabes una cosa, los de la editorial fueron los primeros que me dijeron que era un gran libro, que valía la pena publicar, que se vendería muy bien. 

-Vale, muy bien. ¿Ellos cuantos han vendido?

 -No lo sé, aún no me han informado de eso. 

-¿Pero les has preguntado? ¿Has ido a las librerías a ver si está expuesto?

-Bueno, no lo he visto aún en ninguna librería. Me dijeron que la mayoría de estas lo tienen bajo pedido. 

-Muy bien, bajo pedido. ¿Y quién va a pedir un libro del que no ha oído nada? 
 ¿Te han hecho alguna clase de publicidad o promoción?

-No sé, creo que no. Para eso me mandaron los cien, supongo.

-Vamos, ¡abre los ojos Ecravían! ¿No te das cuenta que ellos ya han hecho el negocio contigo? Ellos ya han vendido cien libros, con eso ya han cumplido y a buscar al siguiente pringao que pique.

-Qué va, lo tienen puesto en su página Web, que yo lo he visto. 

-Claro, en la página no les cuesta nada tenerlo, otra cosa es enviarlo a las librerías. En fin, a mi eso me huele a timo, que quieres que te diga. 

-¿Y tú crees que si fuera así, se pondrían a gastar un dinero en los trámites del registro de la propiedad intelectual, en el depósito legal y todo lo demás?

-Eso ya lo has pagado tú, zoquete. Te creía más listo amigo mío.

-Anda déjame, tú que sabrás. No sé ni para qué cuento nada, a ti te importa un bledo todo esto, dices que lees, pero nunca te he visto con un libro entre las manos. 

-¡Qué sabrás tu de lo que yo leo! Yo si sé lo que digo, he leído fragmentos de tu libro y, ¿sabes lo que te digo? 

-¿Me vas a dar una crítica leyendo fragmentos?

-Tu estilo es mejorable, necesitas corregir un poco más. 

-Mira, mi estilo, es mi estilo, no lo voy a cambiar por mucho que tú me lo digas. ¡Ya estás repitiendo lo de los demás!

-Mira Ecravían, si por alguna razón todos te dicen que algo es blanco, cuando se han tomado la molestia de leerte, ten la humildad de admitir que puede ser blanco. 

-Vale, lo admitiría cuando me lo dice alguien que me ha leído, pero sacar conclusiones después de leer fragmentos, no me vale.

 -Eres un escritor mediocre con el ego muy subido. Te crees que porque te publiquen cien libros ya tienes derecho a un premio. Lee y aprende de los grandes escritores, a la mayoría les llevó años salir adelante, algunos hasta después de su muerte, mira Kafka, no quiso publicar muchos de sus escritos póstumos, porque no pudo pulirlos. Así que preocúpate por mejorar y pulir más y no precipitarte tanto. 

-¡Tú que sabrás el tiempo que le he dedicado! Eso solo lo sé yo y mis dedos.
-No se trata solo de tiempo, sino de aprender de los grandes, de beber de sus fuentes. Lee los clásicos, aprende a escribir, a describir lugares, profundizar los personajes, darle vida, como ellos lo hicieron. 

-Gracias por tus palabras, que me duelen como puñaladas, gracias por hundirme más de lo que estoy.  Justamente me has dado lo contrario de lo que esperaba. 

-Perdona, veo que no te gusta que te digan lo malo, cuando te he hecho una crítica constructiva, no has sido humilde sino que te has molestado. Sabes lo único que te digo: El halago acaricia el ego, pero no mejora tu escritura. Y te lo digo por tu bien. 

-De acuerdo René, déjalo ya, anda. Ya me has hundido demasiado.  Tienes razón, quizá no sirvo para nada, he tirado el dinero, me han engañado. ¿Acaso crees que no lo he pensado?  Solo necesitaba que un amigo me abriera los ojos y veo que después de todo, eres el único que se ha atrevido a decir las cosas claras. Lo cual no significa que sea lo más injusto que me ha ocurrido nunca. ¿Recuerdas cuando te ofrecí leer mi escrito? Te negaste, aduciendo que estabas envuelto en algo tuyo y no querías contaminarte leyendo otra cosa. Quizás pequé de precipitado, pero la ayuda que me negaste, ahora se ha convertido en un arma contra mí. 

-Hombre, tampoco te lo tomes así, que no pretendía herirte, solo quiero que lo tomes como un consejo de un amigo. Sabes que te aprecio y sé que puedes mejorar.

-Ya. No te preocupes, intentaré seguir tus consejos y, ahora te dejo. 

-¿Adónde vas? ¿No vas a esperar a los demás?  Que hoy tocaba hablar de mi libro

-¿Ya lo has acabado?

-Por supuesto, ya está editado y publicado
-Vaya. ¡Qué sorpresa! No lo sabía.

-Claro, tío, es que tú solo estás en tus cosas y no te fijas en lo de los demás. Aquí lo tengo, ¿qué te parece la portada? 

-Está muy bien.

-Y cuando lo leas, ya verás, no te dejara indiferente. 

-Que bien lo vendes.

-Bueno lo tengo a 15€, unos cuantos escritores del club nos hemos puesto de acuerdo y hemos creado una especie de cooperativa. 

-Que bien. ¿Me lo dejas?

-Por supuesto, toma, por ser tú, te lo dejo en 12€

-Vale... Gracias, pero no sé si tengo aquí. 

-¡Hombre no te preocupes por eso! Ya me lo pagarás luego, estaría bueno. Ya verás lo que es un buen relato. 

 -Espero que sea así. Gracias… 

-Vale Ecravían, seguro que te gustará, está teniendo una muy buena críticia. Me ha llevado mucho trabajo y un experto en corrección me lo ha pulido, aunque no le he dado mucho trabajo, según me dijo. 

-Que bien. Me alegro por ti… 

-¿Entonces no te quedas? 

-Hoy no. Tengo que digerir esta conversación, tragarme mi orgullo y asumir lo asumible.

-Tampoco te pongas tremendista, que es solo un libro. Si este no funciona, ya tendrás otro en el que esmerarte más.


-Si, tal vez tengas razón. Tengo otro entre manos e intentaré hacer las cosas de otra manera. 

-Muy bien, asi me gusta tío, que te tomes las cosas en positivo, si algo tienes es que eres tenaz, seguro que algún día darás en la diana.

-Tal vez... Por cierto, René

-Si, dime, Ecravían

-Sobre tu libro...

-Dime, lo leerás, espero.

-Si, te aseguro que estoy dispuesto a leerlo completamente para darte mi más sincera, objetiva y positiva opinión. Y lo haré como creo que se debe hacer, porque tienes razón: el halago no sirve para mejorar, pero sabes una cosa: Sí es la mejor envoltura para regalar una buena crítica._

    

PD.

Para los que no entienden la moraleja de este cuento, la explico a continuación:  Simplemente es para enseñar a todo aquel escritor novel, que no se deje engañar por sus ilusiones. Como dice el viejo dicho español: "Nadie da duros a pesetas" Es decir, hay agencias editoriales de bajo cuño que intentan aprovecharse del auge de los nuevos escritores que no encuentran editorial que los apoye y buscan en la autoedición, el camino a seguir. Cuidado con las supuestas ofertas que te obligan a invertir grandes sumas a cambio de éxito. El éxito está en la calidad del producto que ofreces en un 50% y en un 25% del apoyo que lleves detras y el esfuerzo que hagas por promocionarla, y por último en un 25% de la suerte y la oportunidad. 
      Por otro lado, el escritor debe reconocer que el lector siempre tiene la razón. Cuando un escritor lanza al público su propuesta, expone parte de sí mismo a otros y, lógicamente el lector tiene derecho a opinar sobre esto, por mucho que duela al autor que pongan su amada obra por los suelos. Aprendamos a oir a los lectores, sus opiniones valen más que el dinero, aprendamos incluso a oír su silencio, que en muchos casos, es indicativo de que algo no anda bien en nuestro escrito.
En cuanto a la frase final: La crítica gratuita o regalada, esta es la que no se pide, que se da voluntariamente al escritor, esa es bueno que vaya envuelta en las mejores palabras para que el escritor las reciba con gusto y no con suspiros.  En cuanto a la crítica que el escritor pide, como la que pide al lector cero, esa es la obligada, o comprometida. Esa opinión el escritor la debe esperar cruda, directa, sincera y sin tapujos, es de agradecer que sea así y este ha de prepararse humildemente para ello.






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