“El amor al dinero es raíz de toda cosa perjudicial y los que a toda
costa lo buscan, caen en tentación, en un lazo y en insensatos deseos y perjuicios,
que precipitan a los hombres en destrucción y ruina”. Esta cita de un líder cristiano del siglo I, aunque
para muchos suene catastrofista o pesimista, muestra una realidad que a todas
luces, sigue aplicando a nuestros días y no solo a nivel personal, sino en la
manera como se maneja el mundo entero en estos últimos tiempos. El dinero ha sido un mal invento, aunque
algunos digan que gracias al dinero, la humanidad ha progresado a los niveles
tecnológicos como a los que ahora estamos, yo lo pongo en duda.
BREVE HISTORIA DEL DINERO
Según
se sabe, el dinero en forma de monedas con un determinado valor, fue invento
del reino de los Lidios, en la península de Anatolia, (actual Turquía). En
aquella época, tras la caída en desgracia del imperio hitita, esa parte de Asia
menor llegó a hermanarse con los pueblos griegos, aunque algunos historiadores
ponen eso en duda, la cercanía y los restos arqueológicos lo confirman. En
cualquier caso, se dice que en Lidia en tiempos de un rey llamado Ardis II en
el siglo VII AC, se acuñaron las primeras monedas de electro, una aleación de
oro y plata. Algunos historiadores también hablan que en China en el siglo IX
AC, ya había ciertos documentos que se utilizaban como moneda de cambio, pero
su invento no prosperó, hasta mucho tiempo después. Eso no es óbice para afirmar que antes no se
utilizara algo parecido a dinero, existía el trueque en muchos pueblos, pero incluso
tiempo antes del siglo IX ya se utilizaba algo parecido a lo que hoy
consideramos dinero para realizar transacción de bienes. En realidad, mucho antes,
se hablaba de determinados pesos, como siclos, talentos, piezas de oro y plata,
para efectuar pagos o intercambios. Hay documentación que demuestra que 3000
años antes de Cristo ya se entregaban bienes, terrenos, comida, ganado, etc, a
cambio de piezas de oro, plata o cobre, al peso. Podemos afirmar que desde
entonces las cosas empezaron a tener su valor en peso, en el peso que tenían
esos materiales a los que se dotó de importancia. De esa manera el trueque real
de mercancías por mercancías, cayó poco a poco en desuso.
Ya
para el segundo milenio antes de la era común, el tener mucho oro, plata y otro
tipo de piedras preciosas, llegó a significar riqueza y poder, y con ello
surgió la ambición de acumular más de ese tipo de minerales de valor artificial.
Algunos geólogos sostienen la teoría de que todo el oro que se encuentra en la
tierra, debe su origen a cataclismos cósmicos, meteoritos que chocaron en un
momento y dejaron sus restos esparcidos por muchos lugares del orbe terrestre. Sea como fuere, alguien en un momento dado
vio en ese material brillante, maleable y duradero, algo que bien podía
representar el brillo del sol y por lo tanto de alto valor para los hombres,
pues representaba a ese que muchos consideraban como un dios. La escasez y
dificultad para encontrarlo le dotaron de esa importancia superior a la de
otros metales que se fueron conociendo y que también tenían un brillo o color
especial, como el cobre, la plata, aluminio y otras piedras preciosas. Pero
claro, no dejaban de ser pedruscos que no se podían comer, ni mejoraban las
siembras, pero de esa importancia sentimental o religiosa, se pasó poco a poco
a darle un valor, superior al del alimento mismo.
Así,
con el tiempo, tener mucho oro era más importante que tener mucho ganado o
campos para sembrar. La dominación de zonas mineras, y de lugares donde extraer
esos metales y por tanto tener abundancia de ellos, fue entonces lo que motivó
las guerras, invasiones y conquistas.
Después
vinieron los sistemas de inversión, préstamo y custodia de bienes artificiales,
labor que realizan los bancos en la actualidad. En la antigua Sumeria se han
encontrado tablillas que indican operaciones de préstamos o cartas de crédito.
En Babilonia, ya en el siglo XVIII AC, se sabe que había sacerdotes que
custodiaban el dinero de los comerciantes y realizaban préstamos con los fondos
depositados. Con el paso del tiempo, en la vieja Fenicia surgieron comerciantes
que se convirtieron en prestamistas, acumulaban granos y otros bienes que
prestaban a campesinos a cambio de recibir intereses con ello, en las ciudades
se inicio el oficio de prestamista, personajes sumamente criticados por su
avaricia, quienes poco a poco iban aumentando sus riquezas a costa de los
prestatarios.
En Roma, los prestamistas montaban sus “oficinas” en medio de
jardines cerrados al aire libre llamados “macella” y lo hacían sentados sobre
un largo asiento, llamado “bancu”, de allí derivó la palabra banco y el término
aplicado al estamento de préstamo o ahorro. Algunos de estos primeros banqueros
inventaron la idea de guardar los bienes de otros a cambio de devolvérselos con
parte de los intereses que ellos mismos cobraban a los prestatarios. Fueron
estos los inicios de la banca, si bien no fue hasta casi pasada la baja edad
media, en Florencia y otras ciudades italianas, donde se establecieron las primeras
instituciones privadas llamadas como tal, bancos, que se diferenciaron de sus
predecesores porque ya no funcionaban solo para servicio a particulares, sino que
eran utilizados por los estados para financiar guerras.
Fueron
en tiempos de las primeras cruzadas alrededor del año 1100 cuando surgió la
necesidad de transferir grandes sumas de dinero para financiar las campañas de
los cruzados. Utilizaban a los
clérigos viajantes como agentes para llevar cartas de crédito de un país a otro,
esto supuso una de las primeras situaciones de crisis conocidas por deudas a
los bancos. Un caso célebre fue el de Felipe IV el Hermoso, rey de
Francia. Este heredó un reino en crisis financiera, debido en parte al pago de
un enorme rescate de su abuelo, el rey Luis IX, cuando cayó en manos de los
musulmanes en las últimas cruzadas, eso unido a las siguientes derrotas de
Francia bajo el reinado de su padre Felipe III, dejaron las arcas del estado
vacías, por ello Felipe IV, heredó deudas. Es posible que la banca ya no quisiera
prestar más dinero a Felipe IV, dada la deuda contraída por sus antecesores y
desconfiando que este pudiera pagar dicha obligación. Pero Felipe IV necesitaba
dinero para sus campañas bélicas contra Inglaterra, y por ello utilizando todo
su poder e influencia, expulsó a los judíos, expropiándoles sus bienes y
riquezas, después instituyó un tribunal de cuentas con el fin de controlar los
préstamos militares. Llegando a ambicionar las inmensas riquezas de la orden de
los Templarios, de hecho fue este el instigador de la desaparición de esa
famosa orden y por su causa estos pasaron a la mitificación, así pretendía
acabar con la crisis arruinando a otros.
El
inicio de la banca está enclavado en la ambición de hacer riquezas de valor
artificial. De nuevo citando un proverbio hebreo del siglo X que decía así: “El que toma prestado siervo es del que hace
el préstamo”. De nuevo nos encontramos ante una sencilla gran verdad. La
avaricia era la cualidad principal de la banca y sigue siendo así, quien tiene
el poder del dinero manda sobre los demás.
CRISIS EN EL REINO DE LAS FINANZAS
El poder político y el poder del dinero, pronto hicieron migas y han
andado de la mano hasta el día de hoy. Otra
frase célebre de un sabio del siglo X AC, dice así: “El hombre domina al hombre para perjuicio suyo”. ¡Cuánta verdad
guardan aún esas palabras! Se ha experimentado casi toda clase de gobierno en
el planeta, y siempre acaban siendo más de lo mismo. Hoy día, quizá más que en
ninguna otra época, el mundo está gobernado por los grandes de las finanzas, y
estos solo hablan de crecimiento, sin
temer, que con la búsqueda de ese crecimiento comercial y económico, lleguen a
perjudicar severamente a otros, a la vida misma y al planeta que la contiene. Pero
a día de de hoy, tenemos que reconocer que este es el sistema que domina las
decisiones de prácticamente todos los estados que se creen libres.
Llaman
la atención por ejemplo, ciertas decisiones que se están tomando a nivel mundial bajo los consejos del FMI y otras
agencias locales de finanzas, que dicen mucho sobre quien lleva el poder
político, sin mencionar la influencia tras todo eso. Si los reyes con el tiempo
fueron desapareciendo o pasando a un segundo plano como dirigentes, y muchos
nobles tienen que vender su patrimonio o invertirlo para sobrevivir o mantener
su nivel, lo mismo está sucediendo con los políticos y presidentes en los
países democráticos, apenas tienen margen de maniobra para tomar decisiones,
sobre todo en los países occidentales, son meros funcionarios a las órdenes de
los agentes mundiales de la banca. La gente cree elegir un sistema de gobierno
democrático, con diferentes signos, pero en realidad estamos bajo la dictadura
de los poderes económicos y financieros.
Por
otro lado, hoy día, suceden cosas que vienen a demostrar que solo cuando a los
grandes les duele el bolsillo, o ese bolsillo les pica, es cuando intentan
buscar soluciones a los problemas del mundo. Por ejemplo, recientemente se han reunido los
líderes del llamado G8, (que en esta ocasión fue solo G7, por la expulsión de
Rusia), este es un grupo formado por las naciones más potentes en sentido
económico y militar, aunque curiosamente no están incluidos los estados con
mejor economía o bienestar en términos reales, (no se cuenta aquí ni los
Emiratos árabes, ni Suiza, Luxemburgo, Mónaco, los países nórdicos, ni siquiera
la cada vez más poderosa China). Tampoco son estos los países de mayor renta
per cápita, ni son todos los más industrializados, ni de mayor igualdad o
satisfacción de su población. Pero tal vez por ser los países, cuyas economías
y políticas son más influyentes, ya que representan casi la tercera parte de la
economía mundial o PIB. En cualquier caso, la elección de estos siete países
fue un capricho del sistema o más bien decisión política en tiempos de la
guerra fría. En cualquier caso, son los que son(EEUU, Reino Unido, Alemania,
Japón, Francia, Italia y Canadá). Pues bien los líderes de esas siete potencias
más ricas del mundo se han reunido para hablar de cuatro asuntos “vitales” para
la humanidad: La seguridad del mundo, la guerra de Ucrania, el medio ambiente y
la crisis de Grecia. Aparte de buenas intenciones, pocas soluciones se han
dado, por lo menos a nivel público. Pero los temas tratados hacen surgir varias
preguntas, sobre todo relacionados con uno de los temas clave de la cumbre: La
crisis de Grecia.
¿Por
qué Grecia? ¿Es que acaso está en guerra o hay una hambruna en el país,
semejante a las que sufren muchos países africanos? ¿Por qué un pequeño país de
11 millones de personas interesa tanto a los grandes, habiendo millones de
personas padeciendo crisis más agudas, como en Siria, Iraq, Sudan, Eritrea y
decenas de países más poblados?
Si
ahondamos un poco en el asunto, entenderemos mejor las cosas: Grecia debe 240.000
millones de euros a diferentes acreedores, una deuda que se considera insostenible
y que las autoridades europeas señalan que se debe pagar si o si, aunque eso
signifique sacrificar y empobrecer a la gente común y sencilla que habita el
país y que posiblemente no tenga culpa de esa deuda. Pero es curioso que todos
los países que forman el G-7, tienen deudas muy superiores a las de Grecia.
Ejemplo: EEUU debe 17 billones de dólares; 8 billones debe Japón; 2 billones Francia, Italia, Alemania o Reino
Unido.
Algunos
afirman que si bien ese dato es cierto, de lo que se trata es que la deuda de
Grecia supera su PIB en 179%. Es decir, el producto interior bruto, o conjunto
de los bienes y servicios producidos en ese país durante un espacio de tiempo,
generalmente un año, no cubre los gastos que tiene solo en pagar lo que debe.
Lo cual significa que aún pagando con toda la producción del país, no podría
saldar su deuda. Pero es interesante notar que también algunos de los supuestos
países más poderosos, los del G7, tienen deudas que superan su PIB o se acercan
a este. Por ejemplo, la deuda de Japón supera 245% su PIB, mucho peor que
Grecia; Italia 130%, EEUU 108%. Y entre los 10 países de mayor deuda externa,
se encuentran seis de esos 7 países más ricos. Es como mínimo injusto que la
pequeña economía griega, esa antigua potencia, hermanada con la que acuñó la
primera moneda, se convierta en centro de atención, cuando hay naciones en peor
situación que la suya.

El caso es que el sistema capitalista que ganó la batalla en la guerra fría contra el comunismo, hoy se encuentra en una lenta agonía y muy cerca del colapso. Muchos expertos apuntan que su fin está cerca y la crisis en la que casi todo el mundo desarrollado está sumido, es una crisis sistemática, que acabará con todo el sistema de funcionamiento de la sociedad mundial. La visión de futuro es cuanto menos incierta, por mucho que gobiernos, instituciones finacieras y otras instancias intentan animar, diciendo que estamos cerca del fin de ese ciclo de crisis, se dice que estamos realmente en un periodo de estancamiento, mas cercano al precipicio que al suelo firme. La crisis desde luego no la sufren igual nos que otros.
EL FIN DE LA CLASE MEDIA
Si
alguien espera que, quien dirige el sistema mundial, busca la justicia real, la
igualdad, el que todos los humanos alcancen la prosperidad, el bienestar y la
comodidad que solo se tenía en el primer mundo, está muy equivocado. En
realidad a los poderosos del mundo, les interesa que exista la pobreza, y desde su
egoísta visión tienen razones para pensar que de otra manera sería insostenible su situación.
En
realidad el fin verdadero, pero escondido de muchas de estas instituciones
financieras, y en sus últimas decisiones lo demuestran, es algo que si bien no
está escrito en un documento público, es una realidad que ya se está llevando a
cabo: El fin de la clase media. Así
es, durante siglos, la economía se ha basado en la explotación de unos muchos
por otros pocos, para que estos últimos progresen y disfruten. Tal como está
planteado todo, a la inversa sería imposible. Desarrollando este asunto, vamos
a profundizar un poco en la razón de ser de la clase media, su origen y el efecto
en la economía y en la situación financiera actual del mundo.
El
origen de la clase media es reciente en la historia de la sociedad humana, se
habla de ella tibiamente solo desde el siglo XVIII, cuando gracias a la
revolución industrial, muchas personas prosperaron por su propia producción y
no solo por herencia. Pero en realidad, esa clase media, era ficticia, hoy día
a ese grupo de personas se le podría catalogar más bien de industriales o
grandes empresarios, por tanto, más bien parte de la clase alta de ahora. Definimos
como clase media al grupo de familias que viven en medio de las dos clases
típicas, la pobre en sus diversas escalas y la clase rica en sus distintos
estamentos. Y estos surgen sobre todo en la segunda parte del siglo XX.
Después
de la segunda guerra mundial, sobre todo a partir de la década de los
cincuenta, se pensó que para que los nuevos ricos, los grandes productores, los
fabricantes e industriales pudieran hacer crecer sus empresas, era necesario
abrir nuevos mercados. Ya no
podían
depender de los pocos ricos que había, puesto que las necesidades de
estos se
limitaban a su tamaño reducido. Se necesitaba impulsar la economía
haciendo que
más personas pudieran alcanzar los bienes que hasta ese tiempo estaban
destinados a una clase privilegiada y reducida. Así, para que más
trabajadores
pudieran progresar y avanzar para formar parte de ese nuevo nivel, se
inventaron los créditos, las tarjetas, la hipotecas, solo así un
trabajador
medio podía convertirse artificialmente, y por encima de sus
posibilidades, de
un pobre trabajador a una persona de la llamada clase media. El medio
que ha conseguido que muchos de nosotros podamos beneficiarnos del
avance de la tecnología,
de los nuevos inventos, de una vida llena de necesidades de consumo, ha
sido este, endeudarnos.
Muchos afirman que el aumento de la clase media en un país, es
indicativo de su desarrollo y su crecimiento, aparentemente no les falta razón.
Lo que sucede es que eso es una utopía, una ficción, pues esta nueva sociedad está
basada en lo que se tiene y no en la estabilidad, o el equilibrio natural.
Mientras la gente tiene trabajo, gana dinero, compra, consume bienes, mueve
dinero, se crea riqueza, pero resulta que esto no es un círculo sin fin. Los
recursos se agotan, si las grandes empresas quieren seguir creciendo sin parar,
necesitan más consumidores, pero para obtener más consumidores, es necesario
plantear a la población más necesidades. De tal manera que a principios de
siglo XX, una persona de término medio de cualquier país desarrollado consideraba
un promedio de 70 productos cómo necesarios, la mayor parte alimenticios, pero
para finales de siglo esta cantidad se había multiplicado hasta los 300 o más
productos que se consideran de primera necesidad, y de esos, solo poco más de
una cuarta parte, alimentos.
Resulta
que de nuevo el amor al dinero, la ansiedad de querer tener más cosas y
objetos, que al fin y al cabo, se han llegado a considerar como las productos
básicas para una vida normal, se impuso como objetivo. Si no las tienes no
vales nada. El peligro de continuar así, es que la producción de artículos que
esa creciente clase media solicita o ansía, es tanta, que si en todos los
países en vías de desarrollo surgiera una mayor cantidad de personas
consumiendo como lo hacen en cualquier país desarrollado, con esas ansias de tener,
harían falta cuatro planetas tierra para producirlas. Ya no hablamos solo de
alimentos, sino de otros productos, que se basan en materia prima limitada y en
algunos casos, escasa. Así, el crecimiento de la clase media, desde el punto de
vista comercial puede ser positiva para el consumo, pero desastrosa para el
sostenimiento y el equilibrio. Puesto que mucha de esa clase media fue
progresando y pasando a formar parte de la clase dominante, llegaron a ser
fabricantes y productores, la competencia aumentó en proporción mayor que el
consumo.
La economía que se empezó a basar solo en el consumo y el crecimiento
en la venta de productos, siendo que los recursos tienen un límite, hizo surgir
otra nueva situación. Pese a la escasez y dificultad de materias primas para la
producción de productos tecnológicos, los precios se fueron desplomando, debido
a la aumentante competencia, y la irrupción de productos de fabricación china
invadió las ciudades europeas y norteamericanas. Pero todo a costa de la
explotación sin escrúpulos de las tierras y la gente de países ricos en
materias primas básicas, pero pobres en sentido económico, la mayor parte en
África. Solo así se fueron rebajando los costes del material, pero no era
suficiente, los derechos de los trabajadores en los países occidentales se
convirtió en un obstáculo para los fabricantes e intermediarios, al darse
cuenta que no podían rebajar más sus costes por causa de la mano de obra. Y las fábricas en esos países dejaron de ser
competitivas, ya no se podía bajar más la calidad ni los costes de la materia
prima. Algunas encontraron la salida instalándose en países donde podían
encontrar libremente mano de obra barata. De nuevo, la clase media con sus
exigencias laborales altas fueron señaladas como los responsables de que las
empresas europeas no fueran competitivas.
¿Pero
es culpable la clase media de todos los males y la situación de crisis mundial
de estos últimos años? De ninguna manera, los culpables en realidad han sido los
bancos y las grandes empresas financieras, que para seguir creciendo, han
tenido que buscar medios fraudulentos o especulativos para artificialmente
hacer que haya más dinero del que realmente hay, se comercializaron productos y
paquetes de inversión engañosos que incluían deudas o hipotecas que a las
claras se sabían impagables. Y la burbuja acabó estallando. Los primeros y
únicos que recibieron ayuda de los estados fueron precisamente los bancos, pues
de no ser así, se pudiera repetir una bancarrota generalizada. Los bancos
centrales de Europa y EEUU inyectaron liquidez a la banca privada para sanear
sus balances y liberarse de esas llamadas hipotecas basura. Pero para poder
remontar y restablecer la economía en los parámetros de crecimiento, que les
vuelva a suministrar las riquezas que estos desean con ansia, ya no vale
inyectar más de forma indefinida, el sistema por tanto sugiere que se debe
eliminar los gastos que la clase media genera en los estados.
Cómo
en todas las épocas, los ricos han necesitado de los pobres para progresar. En
Egipto, los faraones necesitaron cientos de miles de obreros mal pagados, resignados
a su sino en la vida para poder construir esas impresionantes obras maestras en
arquitectura. Los terratenientes algodoneros, necesitaron esclavos africanos en
América para poder poner en Europa a precios asequibles grandes cantidades de
materia prima que después servían para realizar prendas utilizando mano de obra
barata en las fábricas textiles del siglo XIX. ¿Y hoy? Hoy día, las grandes
empresas buscan países como China, u otros del extremo oriente, con mano de
obra barata, por no decir esclava, para fabricar a mansalva a precios
competitivos y así seguir manteniendo a una clase media con hambre de
productos. A su vez China está comprando extensiones inmensas de terrenos en
África para obtener las materias primas a fin de seguir produciendo a ese nivel
a costa de esclavizar de nuevo a los africanos. Se inventó el sistema de
obsolescencia programada, para que los productos tuvieran una vida útil cada
vez más limitada, y así el usuario se veía obligado a volver a comprar de nuevo
el mismo producto, por necesidad impuesta en la publicidad.
La tecnología no
para de innovar y crear necesidades. Pero los fabricantes se han dado cuenta
que no interesa seguir fabricando artículos que solo al principio son
rentables, pasado un tiempo, el beneficio es negativo, por eso crean novedades
con diferencias cada vez menos perceptibles y la calidad de los productos es
bajísima. El último cartucho del sistema comercial, la obsolescencia
programada, ha traído la era de usar y tirar, y parece estar acabando con
oficios como los técnicos en reparación y al mismo trae como resultado un
desmesurado aumento de la basura tecnológica.
Llega
un momento en que las grandes riquezas para seguir en crecimiento pretenden
aplicar las recetas de la competitividad que China ha impuesto, a costa de
explotar sus recursos y a sus súbditos. Pero a las grandes empresas les parece
el más acertado de los métodos y buscan que los gobiernos occidentales lo
apliquen, los bancos se unen a ese consejo. La consabida receta de reducir los
beneficios en salud, educación, sueldos y pensiones, así como aumentar los
impuestos indirectos, reducir los empleos públicos, ha afectado en mayor medida
a las clases trabajadoras. De esa manera, en pocos años, la clase media se ha
ido empobreciendo y por tanto ha visto reducido su peso a niveles preocupantes.
Y gracias a eso, algunos países afirman que van encontrando la salida del
túnel, y empiezan a vislumbrar un crecimiento leve en sus economías y
pronostican que solo siguiendo ese camino podrán salir del déficit público y
por tanto, de la crisis. Y ahora se ha convertido en la razón de ser, pero a
pesar de las buenas noticias de estos gobiernos, la población no recibe esos
beneficios. Es más, un sector de esta población que ha sido castigada es la más
cercana a la edad de jubilación, que ve mermadas sus esperanzas de encontrar
empleo. Los mayores de cincuenta años en paro, no tienen posibilidades y parece
que los gobiernos están interesados en que esto siga así. Si, los últimos años
de su vida laboral, millones de personas no cotizarán a la seguridad social y
por tanto solo tendrán derecho a una jubilación básica y mínima, pese a que
muchos de ellos aportaron por décadas de sus sueldos a esa seguridad social.
Por otro lado, otro grupo, el de los jóvenes, ven cada vez más difícil acceder
a un trabajo estable y cada vez lo hacen más tarde, eso significará que otros
millones de personas no llegarán a cubrir los mínimos años de cotización para
cuando les llegue su retiro, otro gran ahorro para las arcas de los diferentes
estamentos de seguridad social.
Varias razones son las que se
apuntan:
-La clase media consume demasiado
y este consumo no es sostenible a largo plazo.
-El endeudamiento, las hipotecas
basura, son causantes de la crisis y la clase media quienes más utilizaron
estos medios para vivir por encima de sus posibilidades.
-La clase media contamina más que
nadie. Pues consume y desecha productos.
-Los ricos consumen lo que
necesitan y los pobres reciclan o reutilizan lo que estos ya no necesitan, los
mercados de segunda mando deben proliferar.
-Para detener la economía
emergente de algunos países enemigos, es necesario que deje de haber consumo de
bajo nivel y solo se mantenga lo que los ricos consumen, grandes marcas, aunque
con calidades y duración limitada.
-Los ricos necesitan una clase
pobre que no salga de su estatus, para poder mantener el bienestar. Solo si pueden mantener sueldos bajos, mejores
márgenes y beneficios mayores, se puede mantener la competitividad con los
países emergentes.
-La clase media se lleva la mayor
parte de los gastos en seguridad social, funcionarios y pensiones, siendo estas
últimas un sistema piramidal que está a punto de derrumbarse, según los
expertos es insostenible, los pobres apenas lo utilizan y los ricos pagan por
ello y por tanto se compensa el gasto, pero no así la clase media, que se lleva
el 70% de las jubilaciones y atenciones médicas, aunque en realidad son estos mismo
quienes más pagan con sus impuestos indirectos.
Algunos
expertos economistas también han soltado perlas aun más descabelladas, como
llegar a declarar que el mundo necesita un cataclismo, como las anteriores
guerras mundiales para salir de esta crisis sistemática e inventar un nuevo
sistema, eso o acabar con la clase media. En definitiva, como no es viable una
guerra total que elimine a un tercio de la población que sobra, según los fríos
criterios del dinero, no queda otra alternativa que empobrecer y esclavizar a
ese tercio de la población. Por otro lado, fuentes confiables, como el
economista Santiago Niño-Becerra asegura que esta situación se prolongará hasta
el 2023 y a partir de allí un nuevo sistema de cosas será establecido y no por
sugerencias suyas, este hombre simplemente pronostica basado en los hechos
actuales, lo que puede ocurrir.

En
cualquier caso, fracasarán, como lo han hecho todos los anteriores sistemas
económico-políticos del sistema. Porque sencillamente se basan y son dirigidos
por el mismo ente que nos ha llevado hasta aquí.
1 comentario:
Vaya, qué miedo. Habiendo asistido en primera fila a la caída de la clase media (no sé si a la vista de lo expuesto debería usar comillas) no puedo resistirme a la sensación de que la conspiranoia ha dejado de ser "noia" para convertirse en historia contemporánea. Luego me encuentro tutoriales neocon para convertirse en millonario y no sé si llorar o reirme ¿Es grave, doctor?
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